AUDITORIO MUNICIPAL
PRADO DE SAN SEBASTIAN – 22,30 horas
Día 12 de Mayo – Noche
de Brasil: Caetano Veloso
82 / ABC
ESPECTÁCULOS
JUEVES 18/5/1989
Crítica de
música
Caetano
Veloso esparció aromas brasileños en un recinto semivacío
J. L. PAVÓN
Sevilla es imprevisible. Hay coincidencia en
afirmar que en la «Cita» de este año se echa en falta mayor presencia
extranjera. Viene por primera vez a nuestra ciudad Caetano Veloso, uno de los
principales representantes de la música popular brasileña, el precio es
asequible a todos los bolsillos, es viernes por la noche… y no llegaba al
millar el número de espectadores en el Auditorio del Prado.
¿Razones? Variopintas y envaradas. La música brasileña
no «suena», no «vende», no se limita a las «escolas» de samba como muchos creen.
El nombre de Caetano Veloso puede ser más o menos conocido
por estos pagos, pero pocos lo asocian a algunas composiciones con nombres y apellidos,
requisito fundamental en este mundillo de superventas. Su último disco sigue sin
editarse en España, su casa de discos no aprovechó su venida para promocionarlo
y, lo que es más inexplicable, mientras que para otros conciertos de la «Cita»
el Área de Cultura del Ayuntamiento ha inundado
Sevilla de carteles, para el de Veloso se ha hecho mutis por el foro.Se supone que
los responsables municipales trabajan en pro del éxito y rentabilidad de las actividades
que organizan. Así van apañados para que la ciudad considere la «Cita» un
evento importante.
Actuaciones como la del brasileiro ponen de relieve
la utilidad del teatro Lope de Vega para acoger recitales, al modo y manera del
Alcalá Palace madrileño o incluso L'Olympia parisino. Lo que el viernes fue recinto
semivacío, en el teatro hispalense hubiera sido o lleno hasta en las «butacas paraíso»,
complicidad con el artista, reprocidad mutua para transmitir emociones. Mientras
no se inaugure el Palacio de la Cultura, el Lope de Vega, aunque más pequeño, les
puede albergar durante todo el año, en las fechas libres que dejen las representaciones
teatrales.
No vino Caetano Emanuel Viana Telles Veloso a luchar
contra todos los elementos antes referidos, pero tras la frialdad del comienzo se
llevó de calle al escaso público, que al principio no entendía el amaneramiento
de sus gestos ni la peculiar psicodelia de algunas composiciones, herederas de
aquel movimiento que dio en llamarse tropicalismo, del que también fue partícipe
su amigo Gilberto Gil.
Cuando, en la parte intermedia de su recital, sus cuatro
músicos le dejaron a solas con su guitarra, Veloso interpretó media docena de canciones
plenas de «beleza e saudade» que fueron una caricia, melancólica y sensual, para
los allí presentes.
Entonces y en todo momento mostró una voz maravillosa, capaz de ofrecer múltiples matices, un estilo personalísimo y extraño por no conocido.
Tras «Menino do Río» y otros éxitos de siempre, quiso
despedirse con «Sampa», pero fue obligado a alargar su actuación veinte minutos
más para que siguiera esparciendo aromas bahianos —tierra de Jorge Amado—
sobre el albero de Sevilla.
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