Foto: Fernando Young |
Caetano Veloso con El País: "Uruguay
nos enseña a ser mejores de lo que podemos ser"
Caetano Veloso llegará el miércoles 14 al Antel
Arena para presentar "Meu Coco".
En la previa, habla sobre Lula y Brasil, y hace un
balance de su carrera.
RODRIGO GUERRA / MANUELLA SAMPAIO
04/06/2023
"Estoy en San Pablo, acabo de llegar al hotel donde dormiré por dos noches: hoy y mañana”, relata Caetano Veloso, vía mail, cuando El País le pregunta cómo se dispone a contestar el cuestionario que le llegó de Montevideo. “No hay música en la habitación. Solo en mi cabeza. Mañana me presentaré en un escenario erigido en la calle durante un festival. Así que voy a dormir porque el show será temprano, al final de la tarde lo que, para mí, es como que sea de mañana”.
El artista brasileño de 80 años se encuentra en medio de la gira de presentación de Meu Coco (2021), su primer disco con canciones inéditas desde Abraçaço, de 2012. Ya recorrió unas cuantas ciudades de Brasil y está a punto de llevar su repertorio a varios países de Europa y Latinoamérica. Con esa gira regresará a Montevideo el miércoles 14 de junio y se presentará en el Antel Arena. Las entradas se venden en Tickantel, de 1900 a 4500 pesos.
Foto: Rafael Berezinski |
La última presentación de Veloso en Uruguay fue en 2019 en, justamente, el Antel Arena. Aquella noche de setiembre, el autor de “Cajuína”, “Sampa” y “Coração vagabundo” se presentó junto a sus hijos Moreno, Zeca y Tom con el espectáculo Ofertório y brindó un concierto memorable. Interpretó “Tonada de la luna llena”, su hijo Moreno sorprendió al cantar “Amándote” (de Jaime Roos) y los Veloso alcanzaron la “vulnerable belleza” — así lo definió el propio Caetano en entrevista con El País — de la mano de canciones cálidas y minimalistas como “Todo Homem”.
Ahora
llegará a Montevideo con una propuesta diferente. Según adelanta, interpretará
canciones de Meu Coco, repasará canciones de su historia con la música
—“Sampa”, “You Don’t Know Me” y “O Leãozinho” son algunos
ejemplos— y buscará “volver a sentir la felicidad” del público uruguayo.
Foto: Fernando Young |
En la previa del concierto, va esta entrevista con el artista.
— Su último
concierto en Montevideo fue en 2019. ¿Qué recuerda de aquella noche y cómo
podría definir su relación con el público uruguayo?
—
Solo tengo recuerdos dulces de mis visitas a Montevideo. La gente es atenta y
vibrante, la atmósfera nos lleva a concentrarnos más en la música y la poesía.
Uruguay nos enseña a ser mejores de lo que podemos.
— Al menos hasta el
año pasado, usted solía iniciar sus conciertos con “Avarandado”, una canción
que funciona como un homenaje a Gal Costa y a João Gilberto. ¿Qué representa
ese tema en su obra y qué ha significado la presencia de ambos artistas en su
vida?
— João es el maestro supremo de mi capacidad estética. Y Gal
es, dentro de mis compañeros de generación, la que mejor captó esa verdad. Sigo
iniciando el concierto con “Avarandado”, que es Gal y João, y representa mi
música de casi niño, mostrándose perfecta como preámbulo a la canción “Meu
Coco”.
— En mayo falleció
Rita Lee. ¿Qué considera que ha hecho de ella una de las artistas más
importantes de la música brasileña? ¿Cómo sobrelleva la pérdida de grandes amigos?
—
Las personas nacen y mueren, pero uno no conoce ni su propio nacimiento ni su
propia muerte. Sí la muerte de los otros. Y siempre es casi increíble,
inaceptable que personas que conocemos mueran. Aquellas a quien queremos y
admiramos no mueren en nuestra mente. Rita Lee fue una maravilla que surgió
como una luz de cambiante belleza. João Gilberto fue un sabio sin razón.
Seguimos viviendo con ellos en nuestras almas.
— Usted ha sido uno
de los principales artistas brasileños de su generación en traspasar la barrera
del idioma para llegar al resto del mundo. ¿Ha pensado en la razón por la que
una música tan rica y variada como la brasileña suele tener dificultad para
llegar a otros países? ¿Ha analizado el motivo por el que su obra sí logró trascender
fronteras?
— Brasil es un mundo. Artistas de la canción brasileña
tradicionalmente se sienten satisfechos con una consagración exclusivamente
nacional. Recuerdo que mientras yo estaba exiliado en Londres, un productor
suizo me invitó a cantar en Ginebra. Charlando sobre los motivos por los que el
portugués no es una lengua demasiado conocida internacionalmente, él me dijo
que “todo lo que esté más allá de los Pirineos es África”. Lo dijo como una
broma y nos reímos, pero nunca lo olvidé. Claro que el castellano es una lengua
conocida y reconocida en el mundo, con una literatura de primera grandeza. Pero
no es así con el portugués. Cuando yo era muy joven, los tangos argentinos, los
boleros mexicanos o cubanos, incluso las guaranias paraguayas eran oídas en las
radios de Río, Salvador o Santo Amaro, y cantadas en su lengua original o en
versiones al portugués de Brasil. Sabíamos que las canciones brasileñas no se
oían en los países de habla española. Solo después de la bossa nova y,
principalmente, de las visitas a Buenos Aires de Vinicius de Moraes, más gente
en los países hispanoamericanos empezó a oír canciones brasileñas. Llegó
incluso un momento en que algunos hispanoparlantes —y eso casi exclusivamente
en la región del Río de la Plata— se quejaban de la demasiada presencia de la
música brasileña en sus tierras. Es verdad que la presencia de las canciones en
español ya no es la misma de mis 15 años. Por otro lado, me alegra que mi
trabajo todavía sea recordado en Uruguay, Argentina o Chile.
— En la canción que
da nombre a Meu Coco, usted asegura: “Esta es una nación demasiado
grande como para que alguien se la trague”. ¿Cómo surgió la letra y su mensaje?
—
Comencé a sentir ganas de escribir “Meu coco” por la imaginación de la batida
rítmica. La letra y la melodía surgieron después, poco a poco. Mencioné nombres
de artistas brasileñas, como María Bethânia, Nara Leão y Elis Regina, y la
lista fue creciendo. Un amigo me dijo que ese disco debería llamarse,
parodiando uno mío del siglo pasado (Cores, nomes), “Nomes, nomes”. Bueno, al
fin vino un optimismo en relación al Brasil que creó desconfianza, incluso en
mí mismo, lo que me recuerda lo que oí de otro músico brasileño hace poco. Su
nombre es Barão do Pandeiro. Él dijo que, al contrario de lo que dice la gente,
Brasil sí es un éxito: llegó exactamente donde trabajamos tanto para que
llegara: al retraso. Sin embargo, escribí la frase “Nação grande demais para
que alguém engula” como una declaración de principios.
— “Não Vau Deixar”,
de su disco Meu Coco, funciona como un canto de resistencia frente al
gobierno de Bolsonaro. Ahora que su mandato terminó, ¿cómo analiza su paso y
qué le ha producido la vuelta de Lula a la presidencia? ¿Se siente esperanzado?
—
Cultivo un optimismo programático; eso nos llama a la responsabilidad. La
victoria de Lula sobre Bolsonaro en las elecciones genera alivio. Y complicadas
tareas que no sé si podrán ser cumplidas. Pero si al menos algunas lo llegan a
ser, ya podremos invitar al optimismo para llenarnos de nuevas responsabilidades.
— ¿Recuerda el
momento en que descubrió que la música también podía ser un vehículo para
generar conciencia sociopolítica e invitar a la unión? ¿Cuál fue la primera
canción que escribió con ese objetivo y cómo surgió?
—
Cuando yo era un estudiante en la Universidad de Bahia, algunos colegas, que
eran activistas políticos, jóvenes de izquierda, me pidieran que hiciera un
samba para ser cantado por ellos en un grupo de carnaval militante. Yo tenía
simpatías por la gente de izquierda, pero no pertenecía a partido político.
Compuse el samba que se llamaba "Samba em paz" y decía cosas como:
"O samba vai vencer / Quando o povo perceber / Que é o dono da jogada / O
samba vai crescer / Pelas ruas vai correr uma grande batucada". Eso en
1963, creo. Años después, Elis Regina lo grabó. Bueno, claro que yo sentía que
las canciones podían profundizar la percepción de la vida en sociedad. Todavía
creo que es así. Pero ello se da de manera más misteriosa, no son las frases
propagandísticas que producen movimientos profundos en la mente de una
población.
— En la edición
conmemorativa de Verdade Tropical usted narró la angustia y el momento
de crisis que vivió al entregar el libro. ¿Qué significó escribirlo y qué
aprendió sobre su vida en esos años?
—
Escribí Verdade Tropical porque un editor americano me lo pidió
insistentemente. Él sabía poco sobre mí, pero había leído un texto mío sobre
Carmen Miranda en el New York Times y creyó que yo podía y debía escribir un
libro. En un breve trozo del texto que él había leído en el periódico, yo
contaba la relación de la figura de Carmen con el movimiento tropicalista de
los años 60. Él quería que yo escribiera un libro contando en detalles la
historia de aquel movimiento. Tardé mucho en convencerme. Escribí unos largos
bocetos de capítulos, que yo creía poder reescribir más sucintamente mientras
viajaba en giras. Al final casi dejé todo como había salido y el libro quedó
muy largo. Me gustaba, pero me sentí cansado y angustiado cuando todo aquello estaba
listo. Escribí casi todo sin pensar que me cansaría o que movería mi cabeza y
mi corazón a punto de dejarme así. Aprendí, sobre todo, que debo economizar mis
energías, pero el libro me gusta.
— En agosto del año
pasado usted celebró sus 80 años. ¿Cómo analiza el camino recorrido, de aquel
chico que nació en Santo Amaro y que, tiempo después, construiría uno de los
repertorios más celebrados de la música brasileña?
—
Cuando era niño pensaba que me tornaría célebre. Crecí interesado en asuntos de
arte y literatura. No es que yo quisiera ser famoso, era una intuición a la vez
animada y casi triste. Empecé por dibujar con lápiz; después pasé a pintar con
tintas sobre lienzos, y cuando crecí quería hacer filmes. Cantaba todo lo que
oía en las radios. Todos en casa estudiaban piano con una maestra poco
desarrollada técnicamente. Aparte de mi hermana mayor, Nicinha —que no era
hermana biológica—, yo fui el único interesado en tocar y cantar al piano. Pero
no imaginaba que sería un músico profesional. Aún hoy no me siento con talento
específicamente musical para hacerlo. Pero la música me tomó de la mano. No me
sorprendió que me volviera reconocido públicamente. No me parece que haya
cambiado nada esencial en mí por la fama. Fui anónimo hasta los 24 años. No
sentí mucha diferencia cuando pasé a ser célebre. Y no lamenté volver a ser
anónimo en los dos años y medio que pasé en Londres. Sentía saudades de Brasil,
pero ser un desconocido en las calles era normal.
— El miércoles 14
actuará en el Antel Arena. ¿Qué le gustaría que suceda durante su rencuentro
con el público local?
—
No sé si la escenografía va poder estar allí, pero quiero que algo parezca
bello y/o emocionante en la música. Quiero volver a sentir la felicidad que
conozco de la relación con el público de Montevideo.
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