CAETANO
presenta
TERESA
15 de marzo de 2017
Teatro Gran Rex - Buenos Aires
2017
Revista Rumbos
#
714
Del
28 de abril al 4 de mayo de 2017.
[Argentina]
Entrevista
Caetano
Veloso: “Es fuerte pensar que no estarás más en este mundo”
En su reciente visita al país, Caetano Veloso
charló con Rumbos del pasado, presente y futuro. El consagrado músico cuenta
que sufre de cierta insatisfacción artística y que sueña con poder hacer un
proyecto musical con sus hijos. Además, revela que sus colegas preferidos son
João Gilberto y Gal Costa y, como artista comprometido que es, opina sobre
la actualidad política de Brasil.
Por: Javier Firpo
Foto: Mariana Eliano
El bahiano Caetano Veloso estuvo en Buenos
Aires, donde repasó su bello repertorio, esta vez acompañado de Teresa
Cristina. La voz de esta sambista carioca de 48 años cautivó a Caetano, quien
terminó proponiéndole hacer una gira por Europa, Asia y América. “Teresa Cristina es una perfecta
representante de la tradición del samba carioca. Hace unos cinco años, la
invité a que cantara conmigo una canción, ‘Gema’, que ella había grabado
maravillosamente. La fui conociendo más y terminó encantándome su sabiduría
sobre la música popular brasileña y todo lo que sabía de mi historia musical. Y
esta gira con ella fue como un alumbramiento”, expresó el artista, que en
su paso por Buenos Aires conversó con Rumbos.
La
última vez que estuviste en la Argentina, en 2015, actuaste con Gilberto Gil en
un recordado y maravilloso show. ¿Te estás acostumbrando a compartir el
escenario?
He hecho docenas de shows con colegas míos: Chico Buarque, Milton
Nascimento, Gilberto Gil, María Gadú... Me gusta hacerlo, me gusta compartir y
disfrutar de artistas de ese relieve, con los que me siento identificado.
¡Cuánta historia con ellos! No es ni más ni menos confortable cantar en
conciertos de a dos, solo tengo la necesidad de sentir emoción y alegría en
vivo, como me sucede ahora al contemplar a Teresa Cristina, o como me ocurrió
con Gilberto un par de años atrás. Ojo, también me gusta hacer recitales solo
con mi guitarra, y los haré, pero en el presente, que es el que manda, siento
la necesidad de estar acompañado.
¿Qué
te seduce de Cristina Teresa como artista?
Ella es elegante, desborda la cultura popular de Río de Janeiro y eso me
encanta, aunque tiene un estilo discreto y austero. Cristina es una
manifestación expresiva que mantiene la tradición del samba carioca merecedora
de Noel Rosa, Cartola, Ary Barroso, Nelson Cavaquinho, Ivone Lara, Clementina
de Jesus y tantos otros.
¿En
qué se parecen y en qué se diferencian ustedes?
Somos parecidos en el amor por la tradición de la canción popular, en
nuestras maneras calmas y desasosegadas, y en la curiosidad por lo que pasa en
la vida. Charlamos mucho, profundizamos, no nos da lo mismo que pase una cosa u
otra. ¿Diferencias? Mmm... ella es muy carioca y yo muy bahiano, ella es muy
Portela y yo muy Mangueira, je [se refiere a escuelas de samba de Río y Bahía,
respectivamente].
¿Seguís
disfrutando de estar de gira, te renueva el aire o ya te agota?
Viajar pude ser cansador, más a esta edad, en la que uno se pone más
impaciente e intolerante, ya no te da lo mismo una hora más en el aeropuerto.
Pero en esta última gira hicimos Asia y Estados Unidos con largos tiempos de
descanso, por lo que las energías se renovaron. Cantar en otros países, sobre
todo de culturas tan diferentes, me parece milagroso; me sigo sorprendiendo
como hace treinta o cuarenta años de que un ruso, un chino o un australiano
venga a verme a mí, que a primera vista poco tengo que ver con él.
Con un español señorial, constructor de juegos de palabras e ideas
sofisticados, Caetano cuenta que llegó a la Argentina desde su Bahía natal, su
paraíso terrenal, donde estuvo desde las fiestas hasta fines de febrero, un
período ideal para cargar las pilas. “Parecía
un turista más en mi propia ciudad. Me siento muy cómodo allí, salgo, disfruto
de los carnavales, de los coloridos desfiles, también me gusta ir a escuchar
música, descubrir nuevos talentos y ver cine. Y por supuesto compartir momentos
con mis hijos, mis nietos, hermanos y sobrinos. Hubo días en los que me quedaba
largas horas contemplando el mar, leyendo, escuchando música, tocando la
guitarra y concibiendo algunas ideas embrionarias para canciones que me
sorprenden… Todo desde un balcón privilegiado.”
¿Qué
serían “ideas embrionarias”?
Pienso en letras de canciones para hipotéticos discos, en proyectos y en
locuras, como poder cantar con todos mis hijos: Moreno, Zeca y Tom. Veremos a
qué llegamos. Me da ilusión esa posibilidad.
¿Ilusión?
Lo dice alguien más bien escéptico y crítico con su obra…
[Sonríe, mordaz.] No sé si crítico. Soy un eterno insatisfecho con mis
canciones y mis discos, aunque eso no quiere decir que no me gusten. Ahora
mismo, para cantar con Teresa Cristina, decidí elegir canciones distintas a las
del show con Gilberto Gil, porque descubrí y me sorprendí con temas míos que me
gustan más ahora más que cuando los estrené. Suelen suceder este tipo de
altibajos y ciclotimias en la madurez de un cantautor…
¿Cuán
diferente te sentirías anímicamente si te gustaran tus discos?
No sé, calculo que no sería yo. Pero no he dicho que no me gustan, sino
que no me satisfacen.
¿Por
qué no te satisfacen?
No es fácil para mí aprobar una cosa que yo mismo hago. Suena lógico,
¿no? Y lo que me ocurre es que siento que las canciones no terminan de estar
corregidas, no están completas, algo les falta, ese moño que me deje en paz. Y
eso que tengo discos que amo, como Cê
y Livro y Fina Estampa, sin embargo no terminan de conformarme. Pero no me
resigno, continúo en la búsqueda, en la posibilidad de encontrar un camino…
Con
toda tu carrera, con todo tu talento y reconocimiento, parece extraño que
“sigas en la búsqueda” o en “encontrar un camino”. ¿Se puede buscar durante
tanto tiempo?
Así como soy un eterno disconforme con mi material, también estoy
convencido de que se está en la búsqueda toda la vida. Por lo menos yo sí
puedo. Quizás suene quimérico, pero esa búsqueda no me desespera, al contrario:
me tranquiliza, me estimula… Y algo de ese cambio de rumbo lo experimenté en
2012, cuando lancé el disco Abraçaço.
¿Por
qué?
Bueno, allí profundicé un cambio en la forma de trabajar que aplicaba en
los últimos años. Hubo un cambio de sonido y dicción cuando dejé de trabajar
con la mezcla del chelo de Jaques Morelenbaum y la percusión del Carnaval de
Bahía para empezar a grabar con tres jóvenes músicos, un poco a la manera de
los power tríos de las bandas de rock. Con ellos [Pedro Sá, Ricardo Dias Gomes
y Marcelo Callado] hice tres discos, y Abraçaço fue el tercero.
¿Los
cambios te hacen vacilar o te fortalecen?
Trabajo con música popular desde hace más de cuarenta años y mi música
ha pasado por alteraciones muchas veces. El rock entró en mis intereses
estéticos en 1966. Estuvo quizá más evidente en discos como Velô, Uns y Transa,
pero nunca más allá del horizonte. Con la banda Cê hice un rock económico, lo
que es muy diferente de las bellezas orquestales de Morelenbaum en Livro, A
Foreign Sound o Fina estampa. Por eso te diría que no vacilo ni me fortalezco
con los cambios, simplemente sigo adelante.
¿Sufriste
alguna vez de la famosa “sequía creativa”?
Nunca me pasó, tal vez porque nunca me puse a pensar en que mi cabeza
esté bloqueada. Por suerte, cada tanto aparece alguna idea.
¿A
qué le tenés miedo?
Era muy miedoso de niño… Después crecí y me convertí en un hombre sin
temores. No me asusta la soledad ni llegar a casa y estar en total silencio, ni
tampoco ser asaltado por ladrones en la calle. Te diría que mis miedos son más
comunes: el dolor, las enfermedades, la infelicidad, y reconozco que también la
muerte. Es fuerte pensar que no estarás más en este mundo.
¿Sos
una persona melancólica, divertida, cómo te definirías?
Soy un tipo más bien alegre, me gusta conversar, reír y hacer reír. Pero
desde niño tengo una apariencia que también sugiere tristeza. Y muchas veces
creo que mi voz, al cantar, puede ser dulce, pero también un poco triste.
¿El
Caetano de hoy, de 74 años, mira más el presente, piensa en el futuro, o
recuerda con melancolía el pasado?
Las tres cosas. En cuanto al pasado, no siempre lo observo con
melancolía. Hay placeres que he vivido que justifican mi vida, mi existencia
ahora mismo. El pasado tiene cosas que me iluminan el presente y cosas que, es
cierto, me dejan nostálgico. Hay también cosas de las que me arrepiento. El
presente está lleno de cambios de un momento a otro. Hay muchas dificultades,
pero así es la vida en nuestro continente.
¿A
qué tipo de dificultades te referís?
Tengo preocupaciones sociales e individuales, políticas y morales, de organización
de las cosas prácticas, de cosas no dichas, cosas que no se hicieron en tiempo
y forma. Pese a la difícil situación en Brasil, sueño con algunas cosas para mi
futuro personal. Y también sueño con muchas más cosas para el futuro colectivo,
para el mundo donde vivirán mis hijos y nietos. Pero es todo muy complejo,
quizá demasiado para este tipo de charla.
Litto
Nebbia, un histórico rockero argentino, que tal vez conozcas, dice que todas
las mañanas se despierta, se dirige al piano y sueña con crear la mejor canción
de su vida. ¿A vos te sucede?
No, no me pasa. Tampoco lo deseo. Yo me conformo con pequeñas cosas,
como sacar la guitarra y cantar algo que me guste mirando el mar. A veces
pienso en escribir una canción más, una canción que sea bella, sin grandes
ornamentos, simplemente que me armonice, que no me perturbe.
¿Se
puede describir el sentimiento a la hora de crear una canción?
El sentimiento inmediatamente conectado a la invención de una canción es
la euforia. La alegría de encontrar el color, el timbre, la rima, el ritmo
justo para la obra es una luz que brilla más allá del posible dolor que se
quiere evocar.
Uno
te ve en un escenario con Gilberto Gil e imagina que son hermanos... ¿Pudiste
hacer amigos dentro de la música? ¿Los egos y la competencia quedan de lado?
Si de algo puedo enorgullecerme es de que no soy una persona
competitiva. Y por suerte encontré una generación de músicos que seguían los
pasos de la bossa nova con respeto y reverencia. Los genios de la bossa, João
Gilberto, Tom Jobim, Carlos Lyra y Ronaldo Bôscoli surgieron en las páginas de
la revista más leída de fines de los años 50, cuando apareció la bossa, en
fotos al lado de Ary Barroso y Dorival Caymmi, los más talentosos y respetados
autores de la generación precedente. Así nos sentimos con relación a ellos y
entre nosotros –Gil, Edu Lobo, Dori Caymmi, Francis Hime, Chico Buarque– nunca
hubo atmósfera de competencia. Soy amigo y tengo amor profundo por mis colegas.
Me siento amado por ellos más de lo que creo merecer.
¿Y
si te pregunto por tu cantante brasileño preferido?
João Gilberto, un prócer, un héroe de la música, uno de los fundadores
de la bossa nova con Antonio Carlos Jobim.
Cuando
venís a la Argentina, ¿te sentís movilizado por alguna música?
Claro, por muchas. Soy un frecuente escucha de distintos géneros. Pienso
en el tango, y Gardel me produce admiración. El bandoneón de Astor Piazzolla me
conmueve y, más acá en el tiempo, mi querida Mercedes Sosa, una voz
mundialmente inolvidable. Descubrí a los Illya Kuryaki y me sorprendieron por
su fuerza y esa potencia de banda popular… Y no me quiero olvidar de Fito Páez,
otro referente de la música argentina.
Muchos
artistas dicen que del escenario se jubilarán con “los pies para adelante”.
¿Qué pasa por la cabeza de Caetano? ¿Algo similar o el retiro resulta posible
en algún momento?
En este momento no tengo la menor idea. Sigo vivo y contento en un
escenario. Me sigue produciendo felicidad llenar teatros, no me acostumbro…
Pero entiendo que tengo una edad para que me hagas esa pregunta, y te diría que
puede que me incline a actuar hasta morir, y también puede que sienta ganas de
retirarme en unos años. Por ahora, no las siento. Como decía antes, escribo,
tengo proyectos como volver al cine y muchas cosas por delante. Pero solo por
hoy.
Siempre
fuiste un artista socialmente comprometido: ¿cómo ves a Brasil después de la
salida de la presidencia de Dilma Rousseff y la asunción de Michel Temer?
Brasil está mal. Todo el mundo dice que para volver a ser simplemente un
país soportable, deberá pasar por una mejora que tardará muchos años. El
gobierno de Dilma no fue bueno, es cierto, pero los que la echaron del poder
están involucrados con los problemas de corrupción, aspecto en el que ella
nunca estuvo comprometida. Estoy muy amargado con el presente de mi país, con
la sociedad, con la pobreza… Nada está bien en Brasil.
En
nuestros países la clase política está cada vez más sospechada de corrupción.
¿Creés que alguna vez nos curaremos de este mal endémico?
Según mi humilde manera de entender las cosas, la corrupción no es la
mayor enfermedad... Son las instituciones las que tienen que cambiar a nivel
macro, poco a poco. No creo en las revoluciones, sino en los cambios paulatinos
pero estratégicamente consecuentes.
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