"A festa que comemora os 500 anos do Brasil é um momento especial e tenho o prazer de dividir o palco com duas maravilhosas artistas. O Brasil é uma expressão incrível da humanidade". (Luciano Pavarotti)
Entrevista coletiva, dia 6/4/2000, no hotel Meridien, Salvador |
LA
NACION
Sábado
08 de abril de 2000
Gal Costa, Bethânia
y Pavarotti
SAN
SALVADOR DE BAHIA.- Esta noche, un encuentro histórico tendrá lugar en esta no
menos histórica ciudad. Luciano Pavarotti, Gal Costa y Maria Bethânia
realizarán un concierto como parte de las celebraciones por los 500 años del
descubrimiento de Brasil. DirecTV, por su canal 602, lo transmitirá en directo,
a las 22.
El
concierto es considerado por los organizadores uno de los eventos más
importantes de una serie de actos conmemorativos avalados por el gobierno
brasileño, que apelan a una figura internacional para llamar la atención
mundial. Mientras una de las comunidades indígenas del Brasil conocida como
pataxó se opone a las misas conmemorativas en el extremo sur del país, Luciano
Pavarotti será uno de los primeros en anticiparse a los festejos de este
aniversario. El tenor se presentará, ante seis mil personas, en un espacio al
aire libre en la llamada Bahía Marina. Estará acompañado por la orquesta
sinfónica de Bahía para interpretar un tradicional repertorio de arias de
óperas como Rigolleto y Tosca y canzonettas. En el final, su voz se fundirá con
las de Gal Costa y Maria Bethânia (antes, cada una hará un minirrecital de
cinco temas), para hacer juntos el clásico de Ary Barroso "Aqcuarela do
Brasil".
Cinco
siglos igual
Las
playas de Bahía fueron lo primero que avistó en el horizonte el colonizador
portugués Pedro Alvarez Cabral, el 21 de abril de 1500. Según bromeaban los
medios locales y extranjeros, Pavarotti finalmente encontró sus catalejos y,
después de cinco siglos, dijo: tierra a la vista. Se mostró sorprendido cuando
una banda bahiana, tras llegar directamente de Boston, donde había actuado la
noche anterior, lo recibió tocando samba en la puerta del hotel donde se
alojaría. Y durante la posterior conferencia de prensa, que compartió con las
dos intérpretes bahianas, el cantante lírico mostró un amplio desconocimiento
de la cultura musical de este país, una de las más importantes de este lado del
continente.
El
"ilustre" visitante confesó que hacía apenas 15 minutos que conocía a
Maria Bethania y Gal Costa, "pero son cantantes maravillosas y si llegaron
a este lugar en sus carreras es por sus excelentes voces", dijo. Ni
siquiera "alcanzó los objetivos" cuando los inquisidores
"jornalistas" brasileños lo examinaron con preguntas sobre la música,
la literatura o la comida bahiana. Contó que daría una vuelta con el auto
"para conocer mejor la ciudad" y que no probaría la comida típica
antes del concierto por sus fuertes sabores, abundantes en exóticos
condimentos. Hasta eludió con humor y cintura diplomática a la cronista del
diario A Tarde, uno de los más populares aquí, cuando lo increpó con
cordialidad bahiana por no hacer un recital gratuito para todo el pueblo.
Para no
quedar en falta ante la prensa del mundo, después de terminada la conferencia,
DirectTV resolvió anunciar que pondría dos pantallas gigantes en la plaza de
Pelourihno, en el centro histórico de la ciudad, donde el pintoresquismo se
codea en sus calles laterales con la miseria de sus conventillos, para que
todos los bahianos puedan ver en directo el evento. Después, su presidente,
Marcos Torres, le desmintió a La Nación que fuera una decisión de último
momento: "No lo anunciamos antes porque teníamos problemas técnicos"
se excusó.
Un tenor
estrella
Un año de
preparación, dos meses de negociaciones con la estrella de la lírica-pop y las
habituales condiciones del divo operístico (como montar una cocina y poner una
heladera de grandes proporciones en una suite del hotel) permitieron que
Pavarotti arribe a Bahía para encontrarse nuevamente con los artistas
brasileños. En abril del 98 actuó en Porto Alegre junto a Roberto Carlos, para
esta oportunidad, el tenor contó que estuvo impulsado por un interés especial.
"Volé ocho horas sólo para participar de esta fiesta, cuando en general
sólo hago ese esfuerzo cuando tengo programado un tour por todo el continente",
sostuvo.
Consustanciado
con su papel de lírico mediático, Pavarotti elogió las posibilidades que le
brindó la televisión al género. "Dio una proyección increíble y a mí me
permitió ser más conocido que Caruso". También defendió los conciertos al aire
libre: "Se puede conseguir la misma intimidad y misterio que en un teatro.
Hace poco hicimos la Misa de Verdi, en Firenze, con el maestro Zubin Mehta en
el Palacio de Deportes de esa ciudad y fue tan mísitico como en un
teatro".
El
cantante se definió como un pionero, porque dice: "Fui uno de los primeros
que logró que se transmitiera una ópera en el año 72 cuando actúe en el
Metropolitan. Eso expandió el campo lírico a otros públicos. Me acuerdo que el
día antes del recital nadie me reconocía por las calles de Nueva York y al otro
día todos me paraban para saludarme".
Sus
palabras la sustentan los números que cosechó en sus más de 25 años como figura
del bel canto, en el que obtuvo récords de ventas junto a los Tres Tenores
(doce millones de unidades con el concierto en las Termas de Caracalla, en
Roma, en 1990) y, según declaró, en el 96 tenía ganancias por 25 millones, que
se habrán multiplicado con el correr de los años. Ese reconocimiento popular
-gracias a otra visión del negocio clásico es lo que Pavarotti defiende a capa
y espada. "Hay un momento en que la música clásica y la popular se unen en
los sentimientos del hombre. Ellas representan la alegría, el amor y la muerte.
Así que me seguiré juntando con otros artistas pop, por lo menos, una vez al
año".
Chega de
saudade
María
Bethânia y Gal Costa fueron las partenaires ideales para el astro. Mostraron
una amplia sonrisa todo el tiempo, le prodigaron elogios y hablaron sin
quitarle protagonismo a él, aunque dentro del concierto la participación de las
cantantes es lo que más expectativa despertó en los bahianos, que prefieren
afiebrarse con los ritmos percusivos del pagode o del forró nordestino, que
atrae a las capas más populares de la ciudad.
El
recital les permite a estas voces bahianas compartir un nuevo encuentro, tras
el que realizaron para recibir el 2000, después de años de separación tras
aquella histórica formación en los sesenta de los Dulce Bárbaros, que
compartían con Caetano y Gilberto Gil. "Juntarnos nuevamente es muy bonito
para nosotras porque compartimos muchas cosas -señaló Gal-. Poder hacer un
proyecto compartido a futuro tendrá que ver con nuestras agendas y sobre todo
con nuestras ganas".
Bethânia
coincidió con su histórica compañera y agregó: "La ultima vez que
estuvimos juntas la pasamos muy bien. Creo que resultó mejor de lo que
esperábamos, pero no sé si vamos a seguir haciendo otras cosas...", dijo y
miró inmediatamente a Gal buscando complicidad.
La
intérprete de voz agreste, misma sangre que la de Caetano Veloso, dijo sobre el
encuentro con el tenor que "será un espectáculo especial porque lo admiro
mucho, sobre todo cuando veo emoción en sus ojos cada vez que termina una
canción". Gal se mostró con más experiencia en este terreno de encuentro
con lo lírico y apuntó: "Tuve la posibilidad de hacer lo mismo con Plácido
Domingo y fue muy agradable, así que espero que en este show suceda lo mismo,
porque Pavarotti es el mejor de todos".
Las dos
artistas bahianas incluirán en sus respectivos sets algunos temas que están en
sus recientes discos. Gal no obviará la referencia a Tom Jobim, en el que está
basado su ultimo trabajo, en clásicos como "Garota de Ipanema" y
otras canciones como "Nada mais", "Na braixa do Sapateiro"
o "Canta Brasil". Bethânia, que apelará a algunas de los temas
incluídos en su ultimo disco en vivo y otros como "Terezinha",
"Rosa dos ventos" y Cancao da manha feliz", posiblemente también
estarán incluidas cuando participe de otra celebración de los 500 años con un
recital en Lisboa junto a su hermano Caetano Veloso, el 22 de mayo próximo.
FOLHA DE S.PAULO
São
Paulo, segunda-feira, 10 de abril de 2000
Pavarotti decepciona em Salvador
IRINEU FRANCO PERPETUO
enviado especial a Salvador a convite da HBO
enviado especial a Salvador a convite da HBO
Muita chuva, alguma tosse e pouca voz foi o que Luciano Pavarotti trouxe para o público soteropolitano, sábado à noite, no Bahia Marina, em apresentação conjunta com as cantoras locais Gal Costa e Maria Bethânia.
Que o tenor italiano é sinônimo de aguaceiro, disso
o público de Londres e São Paulo já sabia. Não é outro o motivo que o fez ganhar
da imprensa britânica a alcunha de "Pava-wetti" (trocadilho
envolvendo seu nome e a palavra inglesa "wet", que significa úmido).
A novidade foi ver aquela que já foi considerada
uma das mais belas vozes do planeta completamente destimbrada, com pigarros nas
árias de "Tosca" e "Rigoletto", encurtando notas, fugindo
de agudos, picotando frases e atropelando o acompanhamento orquestral,
fornecido pelo esforçado e experiente maestro Leone Magiera, reduzido à
impotência pela incompetência que o cercava.
O aguaceiro começou a cair sobre as 7.000 pessoas
que se encaminhavam para o show por volta das 20h30. Rapidamente, o público foi
literalmente embrulhado pelos organizadores do evento em capas de chuva de
plástico.
Nem o senador Antonio Carlos Magalhães escapou da
chuva -e foi flagrado no telão impávido, enfrentando o aguaceiro de terno, e
sem capa. No palco, os músicos que iriam acompanhar o espetáculo também se
mostravam preocupados, e os microfones chegaram a projetar para a platéia um
brado de "está molhando tudo!".
Bahia Marina é um local para eventos ao ar livre,
em Salvador. Marcando os 500 anos do Descobrimento do Brasil, o show de sábado
foi bancado pela operadora de TV paga Directv (responsável pela transmissão ao
vivo) e pelas redes HBO e Bandeirantes (que exibe o espetáculo dia 22, às 22h).
Depois da indomável Orquestra Sinfônica da Bahia
-que quase arruinou um concerto de Montserrat Caballé em São Paulo, ano
passado- estropiar a abertura do "Guarany", de Carlos Gomes, com
tempos pouco ortodoxos, Maria Bethânia entrou no palco, toda de branco, às
21h25, para cantar "Rosa dos Ventos".
Vocalmente, os seguros graves de Bethânia (que
cantou ainda "Fera Ferida", "Terezinha", "Explode
Coração" e "Canção da Manhã Feliz") foram o melhor item da
noite. Contudo, ela acabou sendo prejudicada por dois fatores: como foi a
primeira a entrar no palco, o público ainda não estava devidamente instalado, e
ela teve de conviver com vaivém de gente com bebida na mão e longas
conversações entabuladas ao celular. Além disso, as pessoas que se encontravam
mais distantes dos artistas se queixavam de que o som não estava chegando.
Gal Costa adentrou a área de negro, com problemas
técnicos aparentemente resolvidos e um carisma que fez todos esquecerem que ela
já não tem mais a mesma facilidade de sustentar os agudos que foram sua glória.
Conquistou a audiência com "Canta
Brasil", "Nada Mais", "Aquarela do Brasil" e "Se
Todos Fossem Iguais a Você". No meio de sua segunda canção, "Garota
de Ipanema" (cantada em português e inglês), a chuva parou.
Tempo seco, Pavarotti em cena. Tudo parecia pronto
para um final feliz. Contudo, desde os primeiros acordes de "Addio,
Fiorito Sil" (ária da "Madama Butterfly", de Puccini), notou-se
que não seria assim. Aos 64 anos, o tenor utiliza nos cabelos uma tintura negra
tão artificial quanto a de Gustav von Aschembach no filme "Morte em
Veneza". Porém, a decrepitude vocal, infelizmente, não é tão
fácil de camuflar quanto a capilar.
Pavarotti não tinha a responsabilidade de projetar
sua voz em um teatro sem amplificação: não, os microfones o ajudavam. Bastava
cantar. Nem isso ele conseguiu.
O tenor apanhou não apenas das seis árias de ópera
que incluiu no programa como ainda das três cançonetas italianas
("Mattinata", "La Girometta" e "Non Ti Scordar di
Me") e até da espanhola "Granada".
Havia ainda esperanças de que a noite poderia ser
salva pouco antes das 23h, quando Bethânia e Gal se juntaram ao italiano para
cantar, com muito estilo, "Manhã de Carnaval".
Mas ficou só na ameaça. Em "O Sole Mio",
o caos se instaurou, dentro e fora do palco. Cada um dos três cantou em uma
altura, um ritmo e uma letra. Indulgente, Pavarotti (que arruinara a língua
portuguesa em "Manhã de Carnaval") sorria para as dificuldades das
cantoras brasileiras com o dialeto napolitano. E o público, sempre caloroso e
benevolente, acabou sendo dispersado pela chuva torrencial que começou a cair
naquele exato instante. São Pedro, se existe, é sábio: não poderia haver
conclusão melhor para este autêntico "Titanic" musical do que água.
Muita água.
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