miércoles, 24 de octubre de 2018

2018 - "TEMPOS SOMBRIOS ESTÃO CHEGANDO AO MEU PAÍS"


Em artigo no "New York Times", Caetano critica Bolsonaro e elogia FHC e Lula


Rodolfo Vicentini
Do UOL, em São Paulo

24/10/2018

Com o título "Tempos sombrios estão chegando ao meu país", Caetano Veloso escreveu um artigo ao The New York Times nesta quarta-feira (24) em que opina sobre a atuação situação política do país e pede que "minha música, minha presença sejam uma resistência permanente a qualquer característica antidemocrática que venha de um provável governo Bolsonaro."

Segundo o compositor, o sucesso de Jair Bolsonaro está diretamente ligado aos acontecimentos no Brasil nos últimos anos, como os protestos que tomaram as ruas em 2013, o impeachment da presidente Dilma Rousseff e escândalos de corrupção, incluindo "Lula na cadeia", apontou Caetano.

"Muitos artistas, músicos, cineastas e pensadores viram-se em um ambiente de ideais reacionários, que - através de livros, sites e artigos de notícias - têm denegrido qualquer tentativa de superar a desigualdade ligando políticas socialmente progressistas a um tipo de pesadelo venezuelano, gerando medo que os direitos das minorias irão corroer os princípios religiosos e morais, ou simplesmente doutrinando as pessoas em brutalidade através do uso sistemático de linguagem depreciativa", opinou o baiano.

"A ascensão de Bolsonaro como uma figura mítica cumpre as expectativas criadas por esse tipo de ataque intelectual. Não é uma troca de argumentos: aqueles que não acreditam em democracia funcionam de maneira insidiosa", completou.

No artigo, Caetano ainda se recorda de como o Brasil conseguiu sair de 20 anos de ditadura na década de 80 para entrar na democracia. "Se alguém me dissesse na época que conseguíramos eleger Fernando Henrique Cardoso e depois Luiz Inácio Lula da Silva, teria soado como um sonho. E então aconteceu. A eleição do Sr. Cardoso e do Sr. Silva carregaram um peso simbólico gigantesco. Brasil ganhou mais respeito próprio".

Após lembrar que Bolsonaro defendeu Carlos Alberto Brilhante Ustra, figura importante da ditadura militar, em agosto de 2016, Caetano Veloso explicou o motivo pelo qual decidiu escrever o texto e lembrou do tempo em que foi preso.

"Como figura pública no Brasil, tenho o dever de tentar esclarecer esses fatos. Eu sou um homem velho agora, mas eu era jovem nos anos 60 e 70, e eu lembro. Então eu tenho que falar".

"No final dos anos 60, a junta militar prendeu muitos artistas e intelectuais por suas crenças políticas. Eu era um deles, junto com meu amigo Gilberto Gil. Gilberto e eu passamos uma semana em uma cela suja. Então, sem nenhuma explicação, fomos transferidos para outra prisão militar por dois meses. Depois disso, quatro meses de prisão domiciliar até, finalmente, o exílio, onde ficamos por dois anos e meio. Outros estudantes, escritores e jornalistas foram presos nas celas onde estávamos, mas nenhum foi torturado. Durante a noite, porém, ouvimos os gritos das pessoas", completou.







Opinión | Periscopio electoral


Caetano Veloso: se avecinan tiempos oscuros para mi país

Por Caetano Veloso 
24 de octubre de 2018 

Jair Bolsonaro, candidato a la presidencia de Brasil, durante un evento militar en São Paulo en mayo de 2018 - Credit: Nelson Almeida/Agence France-Presse — Getty Images


RÍO DE JANEIRO — “Brasil no es para principiantes”, decía Tom Jobim, compositor de “La garota de Ipanema” y uno de los músicos más importantes de Brasil, a quien podemos agradecerle el hecho de que los amantes de la música en todas partes deban pensarlo dos veces antes de clasificar el pop brasileño como “música del mundo”.

Cuando le dije la frase del maestro a un amigo estadounidense, él replicó: “Ningún país lo es”. Mi amigo tenía algo de razón. En cierta forma, Brasil quizá no sea tan especial.

Ahora mismo, mi país está demostrando ser una nación como muchas. Al igual que otros Estados del mundo, Brasil se está enfrentando a una amenaza de la extrema derecha: una tormenta de conservadurismo populista. Nuestro nuevo fenómeno político, Jair Bolsonaro, el candidato favorito para ganar la elección presidencial del domingo, es un capitán retirado del Ejército brasileño que admira a Donald Trump, pero que en realidad se parece más a Rodrigo Duterte, el líder autócrata de Filipinas. Bolsonaro apoya la venta irrestricta de armas de fuego, propone que haya una presunción de defensa propia si un policía mata a un “sospechoso” y declara que un hijo muerto es preferible a uno homosexual.

Si Bolsonaro gana la elección, los brasileños pueden esperar una oleada de terror y odio. De hecho, ya se ha derramado sangre. El 7 de octubre, uno de los simpatizantes de Bolsonaro apuñaló a mi amigo Moa do Katendê, músico y maestro de capoeira, en el estado de Bahía por un desacuerdo político. Su muerte dejó a los habitantes de la ciudad de Salvador con dolor e indignación.

Recientemente, he estado pensando en la década de los ochenta. Grababa discos y daba conciertos con entradas agotadas, pero sabía lo que tenía que cambiar en mi país. En esos años, los brasileños luchábamos por tener elecciones libres después de más de veinte años de dictadura militar. Si entonces me hubieran dicho que algún día elegiríamos como presidentes a personas como Fernando Henrique Cardoso y después a Luiz Inácio Lula da Silva, me habría parecido un sueño inalcanzable. Pero luego sucedió: las elecciones de Cardoso en 1994 y de Lula Da Silva en 2002 tuvieron una enorme carga simbólica. Demostraron que éramos una democracia y contribuyeron a cambiar nuestra sociedad al ayudar a millones de personas a salir de la pobreza. La ciudadanía brasileña adquirió un mayor respeto por sí misma.



Un cartel con el rostro de Jair Bolsonaro, candidato puntero a la presidencia en Brasil, en São Paulo, en octubre de 2018 - Credit: Fernando Bizerra/EPA, vía Shutterstock


Sin embargo, a pesar del progreso y la aparente madurez del país, Brasil, la cuarta democracia más grande del mundo, está lejos de tener una democracia sólida. Hay fuerzas obscuras, tanto al interior como al exterior, que nos están haciendo retroceder y hundirnos.

La vida política del país ha estado en decadencia desde hace tiempo: primero, una recesión económica; después, una serie de manifestaciones en 2013; más tarde, la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff en 2016 y, finalmente, un escándalo de corrupción enorme que llevó a muchos políticos, incluyendo a Lula da Silva, a prisión. Los partidos de Cardoso y Lula quedaron gravemente afectados y la extrema derecha vio una oportunidad.

Muchos artistas, músicos, cineastas y pensadores se encontraron en un ambiente de ideólogos reaccionarios que —a través de libros, sitios web y artículos periodísticos— han desacreditado los esfuerzos para superar la desigualdad al equiparar las políticas socialmente progresistas con una pesadilla parecida a Venezuela. También han propagando el miedo de que los derechos de las minorías van a socavar los principios religiosos y morales, o simplemente han adoctrinado a las personas a la brutalidad a través del uso sistemático del lenguaje despectivo. El ascenso de Bolsonaro como una figura mítica cumple con las expectativas que ese tipo de ataque intelectual creó. No es un intercambio de argumentos: aquellos que no creen en la democracia actúan de manera insidiosa.

Los principales medios noticiosos han optado por mitigar estos peligros, lo que ha resultado favorable para Bolsonaro, porque las elecciones se han descrito como un enfrentamiento entre dos extremos: por un lado, el Partido de los Trabajadores que podría guiarnos a un régimen comunista autoritario y, por el otro, Bolsonaro, quien combatirá la corrupción y hará que la economía sea amigable con los mercados. Muchos miembros de los medios más establecidos ignoran de manera deliberada que Lula respetó las normas democráticas mientras que Bolsonaro ha defendido en repetidas ocasiones la dictadura militar de las décadas de los sesenta y setenta. De hecho, en agosto de 2016, durante el juicio político a Rousseff, Bolsonaro dedicó su voto para destituirla a Carlos Alberto Brilhante Ustra, quien dirigió un centro de tortura en los setenta.



Caetano Veloso en 1993 - Credit: Laif/Redux


Como figura pública en Brasil, es mi deber tratar de esclarecer los hechos. Ahora ya soy viejo, pero en los años sesenta y setenta era joven, y recuerdo todo. Así que debo hablar.

A finales de la década de 1960, la junta militar arrestó y encarceló a muchos artistas e intelectuales por sus ideas políticas. Yo fui uno de ellos, igual que mi amigo y colega Gilberto Gil.

Gilberto y yo pasamos una semana cada uno en una celda sucia. Después, sin explicación alguna, nos trasladaron a otra prisión militar, donde pasamos dos meses.

Luego estuvimos en arresto domiciliario durante cuatro meses hasta que, finalmente, nos exiliamos, y así permanecimos dos años y medio. Había otros estudiantes, escritores y periodistas encarcelados en las mismas celdas que nosotros, pero ninguno fue torturado. Sin embargo, por las noches escuchábamos gritos. Tal vez eran presos políticos sospechosos de tener vínculos con grupos de la resistencia armada, según el Ejército, o quizá eran simples jóvenes pobres a quienes habían atrapado robando o vendiendo droga. No he podido olvidar esos sonidos.

Algunos dicen que las declaraciones más despiadadas de Bolsonaro son solo una pose. Es cierto que suena muy parecido a muchos brasileños comunes y corrientes, y está manifestando abiertamente la brutalidad superficial que muchos hombres piensan que deben ocultar. Pero el número de mujeres que votan por él, en todas las encuestas, es mucho menor al de los hombres. Para gobernar a Brasil, Bolsonaro tendrá que enfrentarse al Congreso y a la Corte Suprema, así como al hecho de que las encuestas muestran que una mayoría más amplia que nunca de brasileños opina que la democracia es el mejor sistema político.

Usé la frase de Jobim —“Brasil no es para principiantes”— para darle un toque de humor a mi perspectiva de nuestros tiempos difíciles. El gran compositor lo decía con ironía, pero expresó una verdad y destacó las peculiaridades de nuestro país: una nación gigantesca en el hemisferio sur, con una mezcla racial intensa y la única del continente americano donde se habla portugués como idioma oficial. Amo Brasil y creo que puede aportarle nuevos colores a la civilización; creo que la mayoría de los brasileños lo aman también.

Muchas personas han dicho que planean irse a vivir al extranjero si gana el militar retirado. Yo nunca he querido vivir en otro país que no sea Brasil, y ahora tampoco quiero hacerlo. Ya me obligaron a vivir en el exilio una vez. No volverá a pasar. Quiero que mi música, mi presencia, sean una resistencia permanente ante cualquier rasgo antidemocrático que pueda surgir del probable gobierno de Bolsonaro.

Caetano Veloso es compositor, cantante, escritor y activista político brasileño.









Opinión 

Caetano Veloso: Dark Times Are Coming for My Country

In the late 1960s, the military dictatorship in Brazil arrested and imprisoned many artists and intellectuals for their political beliefs. I was one of them. The militarists are back.

By Caetano Veloso
Oct. 24, 2018

 
The far-right presidential candidate Jair Bolsonaro in São Paulo, Brazil. He is expected to win a runoff on Sunday.
Credit: Nelson Almeida/Agence France-Presse — Getty Images


RIO DE JANEIRO — “Brazil is not for beginners,” Antonio Carlos Jobim used to say. Mr. Jobim, who wrote “The Girl From Ipanema,” was one of Brazil’s most important musicians, one whom we can thank for the fact that music lovers everywhere have to think twice before pigeonholing Brazilian pop as “world music.”

When I told an American friend about the maestro’s line, he retorted, “No country is.” My American friend had a point. In some ways, perhaps Brazil isn’t so special.

Right now, my country is proving it’s a nation among others. Like other countries around the world, Brazil is facing a threat from the far right, a storm of populist conservatism. Our new political phenomenon, Jair Bolsonaro, who is expected to win the presidential election on Sunday, is a former army captain who admires Donald Trump but seems more like Rodrigo Duterte, the Philippines’ strongman. Mr. Bolsonaro champions the unrestricted sale of firearms, proposes a presumption of self-defense if a policeman kills a “suspect” and declares that a dead son is preferable to a gay one.
If Mr. Bolsonaro wins the election, Brazilians can expect a wave of fear and hatred.

Indeed, we’ve already seen blood. On Oct. 7, a Bolsonaro supporter stabbed my friend Moa do Katendê, a musician and capoeira master, over a political disagreement in the state of Bahia. His death left the city of Salvador in mourning and indignation.

Recently, I’ve found myself thinking about the 1980s. I was making records and playing to sold-out crowds, but I knew what needed to change in my country. Back then, we Brazilians were fighting for free elections after some 20 years of military dictatorship. If someone had told me then that some day we would elect to the presidency people like Fernando Henrique Cardoso and then Luiz Inácio Lula da Silva, it would have sounded like wishful thinking. Then it happened. Mr. Cardoso’s election in 1994 and then Mr. da Silva’s in 2002 carried huge symbolic weight. They showed that we were a democracy, and they changed the shape of our society by helping millions escape poverty. Brazilian society gained more self-respect.

But despite all the progress and the country’s apparent maturity, Brazil, the fourth-largest democracy in the world, is far from solid. Dark forces, from within and from without, now seem to be forcing us backward and down.

Caetano Veloso in 1993 - Credit: Laif/Redux

Political life here has been in decline for a while — starting with an economic slump, then a series of protests in 2013, the impeachment of president Dilma Rousseff in 2016 and a huge corruption scandal that put many politicians, including Mr. da Silva, in jail. Mr. Cardoso’s and Mr. da Silva’s parties were seriously wounded, and the far right found an opportunity.

Many artists, musicians, filmmakers and thinkers saw themselves in an environment where reactionary ideologues, who — through books, websites and news articles — have been denigrating any attempt to overcome inequality by linking socially progressive policies to a Venezuelan-type of nightmare, generating fear that minorities’ rights will erode religious and moral principles, or simply by indoctrinating people in brutality through the systematic use of derogatory language. The rise of Mr. Bolsonaro as a mythical figure fulfills the expectations created by that kind of intellectual attack. It’s not an exchange of arguments: Those who don’t believe in democracy work in insidious ways.

The major news outlets have tended to minimize the dangers, working in fact for Mr. Bolsonaro by describing the situation as a confrontation between two extremes: the Workers’ Party potentially leading us to a Communist authoritarian regime, while Mr. Bolsonaro would fight corruption and make the economy market friendly. Many in the mainstream press willfully ignore the fact that Mr. da Silva respected the democratic rules and that Mr. Bolsonaro has repeatedly defended the military dictatorship of the 1960s and ’70s. In fact, in August 2016, while casting his vote to impeach Ms. Rousseff, Mr. Bolsonaro made a public show of dedicating his action to Carlos Alberto Brilhante Ustra, who ran a torture center in the 1970s.

As a public figure in Brazil, I have a duty to try to clarify these facts. I am an old man now, but I was young in the ’60s and ’70s, and I remember. So I have to speak out.

In the late ’60s, the military junta imprisoned and arrested many artists and intellectuals for their political beliefs. I was one of them, along with my friend and colleague Gilberto Gil.


Brazilian Army chiefs meeting in Rio de Janeiro in 1969 - Credit: Associated Press Photo

Gilberto and I spent a week each in a dirty cell. Then, with no explanation, we were transferred to another military prison for two months. After that, four months of house arrest until, finally, exile, where we stayed for two and a half years. Other students, writers and journalists were imprisoned in the cells where we were, but none was tortured. During the night, though, we could hear people’s screams. They were either political prisoners who the military thought were linked to armed resistance groups or poor youngsters who were caught in thefts or drug selling. Those sounds have never left my mind.

Some say that Mr. Bolsonaro’s most brutal statements are just posturing. Indeed, he sounds very much like many ordinary Brazilians; he is openly demonstrating the superficial brutality many men think they have to hide. The number of women who vote for him is, in every poll, far smaller than the number of men. To govern Brazil, he will have to face the Congress, the Supreme Court and the fact that polls show that a greater majority than ever of Brazilians say democracy is the best political system of all.

I quoted Mr. Jobim’s line — “Brazil is not for beginners” — to bring a touch of funny color to my view of our hard times. The great composer was being ironic, but he spoke to a truth and underlined the peculiarities of our country, a gigantic country in the Southern Hemisphere, racially mixed, the only country with Portuguese as its official language in the Americas. I love Brazil and believe it can bring new colors to civilization; I believe most Brazilians love it, too.

Many people here say they are planning to live abroad if the captain wins. I never wanted to live in any country other than Brazil. And I don’t want to now. I was forced into exile once. It won’t happen again. I want my music, my presence, to be a permanent resistance to whatever anti-democratic feature may come out of a probable Bolsonaro government.

Caetano Veloso is a Brazilian composer, singer, writer and political activist.






Caetano Veloso dit craindre pour l'avenir du Brésil dans une tribune

Publié le 26/10/2018

A quelques heures du second tour de l'élection présidentielle au Brésil, le chanteur, compositeur et écrivain brésilien Caetano Veloso publie une tribune dans le New York Times titrée "Des temps sombres se profilent pour mon pays". Il pointe la probable victoire dimanche du nouvel homme fort Jair Bolsonaro, dont les idées menacent selon lui le pays d'un retour en arrière à marche forcée.

"Les militaristes sont de retour", s'alarme Caetano Veloso

Le 7 octobre dernier, le candidat populiste Jair Bolsonaro, du Parti social libéral (PSL), est arrivé largement en tête du premier tour de l'élection présidentielle au Brésil avec 46,1% des voix. Dimanche 28 octobre, ce candidat considéré d'extrême droite qui se présente comme ultralibéral et qui a fait de la sécurité sa priorité, pourrait bien devenir le nouveau président du Brésil.

"Dans les années 60, la dictature militaire au Brésil a arrêté et emprisonné de nombreux artistes et intellectuels pour leurs convictions politiques. J'étais l'un deux. Les militaristes sont de retour", écrit Caetano Veloso, 76 ans, en préambule de sa tribune dans le Nww York Times.

"Comme d'autres pays dans le monde, le Brésil fait face à une menace de l'extrême droite, une tempête de conservatisme populiste", constate Caetano Veloso. "Notre nouveau phénomène politique, Jair Bolsonaro, est un ancien capitaine qui admire Donald Trump mais ressemble davantage à Rodrigo Duerte, l'homme fort des Philippines", poursuit-il.

Si Bolsonaro est élu, une vague de haine s'abattra sur le Brésil, prophétise le musicien

Le créateur de "Coração Vagabundo" pense qu'il est de son devoir, en tant que figure publique, d'alerter ses concitoyens sur le fait que Mr Bolsonaro a défendu la dictature militaire des années 60 et 70 à de nombreuses reprises. Le même plaide aujourd'hui pour "la vente sans restrictions des armes à feu" et "déclare qu'un fils mort est préférable à un fils homosexuel", souligne-t-il.

S'il est élu, prévient Caetano Veloso, les Brésiliens "peuvent s'attendre à une vague de peur et de haine". Et de rappeler que le sang a déjà coulé, le 7 octobre, lorsqu'un partisan de Bolsonaro a poignardé à mort son ami Moa do Katendê, musicien et maître de capoeira, dans l'Etat de Bahia.

Le musicien raconte ensuite son emprisonnement à la fin des années 60 en compagnie d'autres artistes et intellectuels, dont son ami Gilberto Gil. Derrière les barreaux durant deux mois, il n'a subi aucune torture mais dit n'avoir jamais pu oublier les cris entendus durant la nuit. Ceux sans doute de prisonniers politiques ou de petits trafiquants sous la torture.

"Beaucoup disent ici qu'ils iront vivre ailleurs en cas de victoire du capitaine. Je n'ai jamais voulu vivre dans aucun autre pays que le Brésil. Et je ne le veux pas plus aujourd'hui. J'ai été forcé à l'exil une fois. Cela n'arrivera plus", conclut-il.

Par Laure Narlian
Journaliste, responsable de la rubrique Rock-Electro-Rap de Cultureb



LE MONDE | 26.10.2018

Caetano Veloso: «Bolsonaro fait l’éloge de choses que j’abomine»

Engagé à gauche, le chanteur brésilien soutient le candidat du PT, Fernando Haddad, contre le favori d’extrême droite Jair Bolsonaro.


Par Raphaëlle Rérolle (Propos recueillis par)



Le chanteur brésilien, soutien de la gauche, rappelle le caractère controversé de la mise à l’écart de l’ex-président, tout en se félicitant de la fin de l’impunité en matière de corruption.

Vous manifestez publiquement votre opposition à Jair Bolsonaro. Quels sentiments vous animent?
C’est un candidat qui dit des choses que je réprouve et fait l’éloge de choses que j’abomine. Comme je vis en démocratie, j’ai dit pour qui je votais: Ciro Gomes au premier tour et Fernando Haddad au deuxième. Je respecterai le président élu, quel qu’il soit, en espérant seulement que mes droits de citoyens seront, eux aussi, respectés.

Quels sont les aspects de son discours qui vous déplaisent le plus?
D’abord, l’éloge de la dictature des années 1960 et 1970 et celui des tortionnaires. Ensuite, toutes les phrases épouvantables qu’il s’est permis de proférer contre les femmes, les homosexuels, les peuples indigènes ou la protection de l’environnement, en profitant de la banalisation des mauvais comportements qui règne sur les réseaux sociaux. La vague infra-intellectuelle qui a enflé dans les journaux brésiliens valorise la bêtise comme bouclier contre le politiquement correct. Bolsonaro a prospéré sur le reflux des avancées réalisées durant les gouvernements de Fernando Henrique Cardoso et de Lula. Il surfe aussi sur une forme de moralisme qui associe lutte contre la corruption et conservatisme.

Que pensez-vous du Parti des travailleurs ?
Je n’ai jamais appartenu à aucun parti. Pour moi, l’apparition du PT dans les années 1980 a signifié que notre société entrait dans une phase de plus grande maturité. C’était un parti organique, doté de bases solides et d’une direction qui avait valeur de symbole, grâce à la figure de Lula : un ouvrier de l’industrie, natif d’une région pauvre et faisant preuve d’une sagacité politique hors du commun. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario