Em artigo no "New York Times", Caetano critica Bolsonaro e
elogia FHC e Lula
Rodolfo Vicentini
Do UOL, em São Paulo
24/10/2018
Com o título "Tempos sombrios estão chegando ao meu
país", Caetano Veloso escreveu um artigo ao The New York Times nesta
quarta-feira (24) em que opina sobre a atuação situação política do país e pede
que "minha música, minha presença sejam uma resistência permanente a
qualquer característica antidemocrática que venha de um provável governo
Bolsonaro."
Segundo o compositor, o sucesso
de Jair Bolsonaro está diretamente ligado aos acontecimentos no Brasil nos
últimos anos, como os protestos que tomaram as ruas em 2013, o impeachment da
presidente Dilma Rousseff e escândalos de corrupção, incluindo "Lula na
cadeia", apontou Caetano.
"Muitos artistas, músicos,
cineastas e pensadores viram-se em um ambiente de ideais reacionários, que -
através de livros, sites e artigos de notícias - têm denegrido qualquer
tentativa de superar a desigualdade ligando políticas socialmente progressistas
a um tipo de pesadelo venezuelano, gerando medo que os direitos das minorias
irão corroer os princípios religiosos e morais, ou simplesmente doutrinando as
pessoas em brutalidade através do uso sistemático de linguagem
depreciativa", opinou o baiano.
"A ascensão de Bolsonaro
como uma figura mítica cumpre as expectativas criadas por esse tipo de ataque
intelectual. Não é uma troca de argumentos: aqueles que não acreditam em
democracia funcionam de maneira insidiosa", completou.
No artigo, Caetano ainda se
recorda de como o Brasil conseguiu sair de 20 anos de ditadura na década de 80
para entrar na democracia. "Se alguém me dissesse na época que
conseguíramos eleger Fernando Henrique Cardoso e depois Luiz Inácio Lula da
Silva, teria soado como um sonho. E então aconteceu. A eleição do Sr. Cardoso e
do Sr. Silva carregaram um peso simbólico gigantesco. Brasil ganhou mais
respeito próprio".
Após lembrar que Bolsonaro
defendeu Carlos Alberto Brilhante Ustra, figura importante da ditadura militar,
em agosto de 2016, Caetano Veloso explicou o motivo pelo qual decidiu escrever
o texto e lembrou do tempo em que foi preso.
"Como figura pública no Brasil, tenho o dever de tentar esclarecer esses fatos. Eu sou um homem velho agora, mas eu era jovem nos anos 60 e 70, e eu lembro. Então eu tenho que falar".
"Como figura pública no Brasil, tenho o dever de tentar esclarecer esses fatos. Eu sou um homem velho agora, mas eu era jovem nos anos 60 e 70, e eu lembro. Então eu tenho que falar".
"No final dos anos 60, a
junta militar prendeu muitos artistas e intelectuais por suas crenças políticas.
Eu era um deles, junto com meu amigo Gilberto Gil. Gilberto e eu passamos uma
semana em uma cela suja. Então, sem nenhuma explicação, fomos transferidos para
outra prisão militar por dois meses. Depois disso, quatro meses de prisão
domiciliar até, finalmente, o exílio, onde ficamos por dois anos e meio. Outros
estudantes, escritores e jornalistas foram presos nas celas onde estávamos, mas
nenhum foi torturado. Durante a noite, porém, ouvimos os gritos das
pessoas", completou.
Opinión | Periscopio electoral
Caetano
Veloso: se avecinan tiempos oscuros para mi país
Por Caetano Veloso
24 de
octubre de 2018
Jair Bolsonaro, candidato a la presidencia de Brasil, durante un evento militar en São Paulo en mayo de 2018 - Credit: Nelson Almeida/Agence France-Presse — Getty Images |
RÍO DE JANEIRO — “Brasil no es
para principiantes”, decía Tom Jobim, compositor de “La garota de Ipanema” y
uno de los músicos más importantes de Brasil, a quien podemos agradecerle el
hecho de que los amantes de la música en todas partes deban pensarlo dos veces
antes de clasificar el pop brasileño como “música del mundo”.
Cuando le dije la frase del
maestro a un amigo estadounidense, él replicó: “Ningún país lo es”. Mi amigo
tenía algo de razón. En cierta forma, Brasil quizá no sea tan especial.
Ahora mismo, mi país está
demostrando ser una nación como muchas. Al igual que otros Estados del mundo,
Brasil se está enfrentando a una amenaza de la extrema derecha: una tormenta de
conservadurismo populista. Nuestro nuevo fenómeno político, Jair Bolsonaro, el
candidato favorito para ganar la elección presidencial del domingo, es un
capitán retirado del Ejército brasileño que admira a Donald Trump, pero que en
realidad se parece más a Rodrigo Duterte, el líder autócrata de Filipinas.
Bolsonaro apoya la venta irrestricta de armas de fuego, propone que haya una
presunción de defensa propia si un policía mata a un “sospechoso” y declara que
un hijo muerto es preferible a uno homosexual.
Si Bolsonaro gana la elección,
los brasileños pueden esperar una oleada de terror y odio. De hecho, ya se ha
derramado sangre. El 7 de octubre, uno de los simpatizantes de Bolsonaro
apuñaló a mi amigo Moa do Katendê, músico y maestro de capoeira, en el
estado de Bahía por un desacuerdo político. Su muerte dejó a los habitantes de
la ciudad de Salvador con dolor e indignación.
Recientemente, he estado
pensando en la década de los ochenta. Grababa discos y daba conciertos con
entradas agotadas, pero sabía lo que tenía que cambiar en mi país. En esos
años, los brasileños luchábamos por tener elecciones libres después de más de
veinte años de dictadura militar. Si entonces me hubieran dicho que algún día
elegiríamos como presidentes a personas como Fernando Henrique Cardoso y
después a Luiz Inácio Lula da Silva, me habría parecido un sueño inalcanzable.
Pero luego sucedió: las elecciones de Cardoso en 1994 y de Lula Da Silva en
2002 tuvieron una enorme carga simbólica. Demostraron que éramos una democracia
y contribuyeron a cambiar nuestra sociedad al ayudar a millones de personas a
salir de la pobreza. La ciudadanía brasileña adquirió un mayor respeto por sí
misma.
Un cartel con el rostro de Jair Bolsonaro, candidato puntero a la presidencia en Brasil, en São Paulo, en octubre de 2018 - Credit: Fernando Bizerra/EPA, vía Shutterstock |
Sin embargo, a pesar del progreso y la aparente madurez
del país, Brasil, la cuarta democracia más grande del mundo, está lejos de
tener una democracia sólida. Hay fuerzas obscuras, tanto al interior como al
exterior, que nos están haciendo retroceder y hundirnos.
La vida política del país ha estado en decadencia desde
hace tiempo: primero, una recesión económica; después, una serie de
manifestaciones en 2013; más tarde, la destitución de la entonces presidenta
Dilma Rousseff en 2016 y, finalmente, un escándalo de corrupción enorme que
llevó a muchos políticos, incluyendo a Lula da Silva, a prisión. Los partidos
de Cardoso y Lula quedaron gravemente afectados y la extrema derecha vio una
oportunidad.
Muchos artistas, músicos, cineastas y pensadores se
encontraron en un ambiente de ideólogos reaccionarios que —a través de libros,
sitios web y artículos periodísticos— han desacreditado los esfuerzos para
superar la desigualdad al equiparar las políticas socialmente progresistas con
una pesadilla parecida a Venezuela. También han propagando el miedo de que los
derechos de las minorías van a socavar los principios religiosos y morales, o
simplemente han adoctrinado a las personas a la brutalidad a través del uso
sistemático del lenguaje despectivo. El ascenso de Bolsonaro como una figura
mítica cumple con las expectativas que ese tipo de ataque intelectual creó. No
es un intercambio de argumentos: aquellos que no creen en la democracia actúan
de manera insidiosa.
Los principales medios noticiosos han optado por mitigar
estos peligros, lo que ha resultado favorable para Bolsonaro, porque las
elecciones se han descrito como un enfrentamiento entre dos extremos: por un
lado, el Partido de los Trabajadores que podría guiarnos a un régimen comunista
autoritario y, por el otro, Bolsonaro, quien combatirá la corrupción y hará que
la economía sea amigable con los mercados. Muchos miembros de los medios más
establecidos ignoran de manera deliberada que Lula respetó las normas
democráticas mientras que Bolsonaro ha defendido en repetidas ocasiones la
dictadura militar de las décadas de los sesenta y setenta. De hecho, en agosto
de 2016, durante el juicio político a Rousseff, Bolsonaro dedicó su voto para
destituirla a Carlos Alberto Brilhante Ustra, quien dirigió un centro de
tortura en los setenta.
Caetano Veloso en 1993 - Credit: Laif/Redux |
Como figura pública en Brasil,
es mi deber tratar de esclarecer los hechos. Ahora ya soy viejo, pero en los
años sesenta y setenta era joven, y recuerdo todo. Así que debo hablar.
A finales de la década de
1960, la junta militar arrestó y encarceló a muchos artistas e intelectuales
por sus ideas políticas. Yo fui uno de ellos, igual que mi amigo y colega
Gilberto Gil.
Gilberto y yo pasamos una
semana cada uno en una celda sucia. Después, sin explicación alguna, nos
trasladaron a otra prisión militar, donde pasamos dos meses.
Luego estuvimos en arresto
domiciliario durante cuatro meses hasta que, finalmente, nos exiliamos, y así
permanecimos dos años y medio. Había otros estudiantes, escritores y
periodistas encarcelados en las mismas celdas que nosotros, pero ninguno fue
torturado. Sin embargo, por las noches escuchábamos gritos. Tal vez eran presos
políticos sospechosos de tener vínculos con grupos de la resistencia armada,
según el Ejército, o quizá eran simples jóvenes pobres a quienes habían
atrapado robando o vendiendo droga. No he podido olvidar esos sonidos.
Algunos dicen que las
declaraciones más despiadadas de Bolsonaro son solo una pose. Es cierto que
suena muy parecido a muchos brasileños comunes y corrientes, y está
manifestando abiertamente la brutalidad superficial que muchos hombres piensan
que deben ocultar. Pero el número de mujeres que votan por él, en todas las
encuestas, es mucho menor al de los hombres. Para gobernar a Brasil, Bolsonaro
tendrá que enfrentarse al Congreso y a la Corte Suprema, así como al hecho de
que las encuestas muestran que una mayoría más amplia que nunca de brasileños
opina que la democracia es el mejor sistema político.
Usé la frase de Jobim —“Brasil
no es para principiantes”— para darle un toque de humor a mi perspectiva de
nuestros tiempos difíciles. El gran compositor lo decía con ironía, pero
expresó una verdad y destacó las peculiaridades de nuestro país: una nación
gigantesca en el hemisferio sur, con una mezcla racial intensa y la única del
continente americano donde se habla portugués como idioma oficial. Amo Brasil y
creo que puede aportarle nuevos colores a la civilización; creo que la mayoría
de los brasileños lo aman también.
Muchas personas han dicho que
planean irse a vivir al extranjero si gana el militar retirado. Yo nunca he
querido vivir en otro país que no sea Brasil, y ahora tampoco quiero hacerlo.
Ya me obligaron a vivir en el exilio una vez. No volverá a pasar. Quiero que mi
música, mi presencia, sean una resistencia permanente ante cualquier rasgo
antidemocrático que pueda surgir del probable gobierno de Bolsonaro.
Caetano Veloso es compositor,
cantante, escritor y activista político brasileño.
Opinión
Caetano Veloso: Dark Times Are Coming for My Country
In the late 1960s, the
military dictatorship in Brazil arrested and imprisoned many artists and
intellectuals for their political beliefs. I was one of them. The militarists
are back.
By Caetano Veloso
Oct. 24, 2018
The far-right presidential candidate Jair Bolsonaro in São Paulo, Brazil. He is expected to win a runoff on Sunday. Credit: Nelson Almeida/Agence France-Presse — Getty Images |
RIO DE JANEIRO — “Brazil is
not for beginners,” Antonio Carlos Jobim used to say. Mr. Jobim, who wrote “The
Girl From Ipanema,” was one of Brazil’s most important musicians, one whom we
can thank for the fact that music lovers everywhere have to think twice before
pigeonholing Brazilian pop as “world music.”
When I told an American friend
about the maestro’s line, he retorted, “No country is.” My American friend had
a point. In some ways, perhaps Brazil isn’t so special.
Right now, my country is
proving it’s a nation among others. Like other countries around the world,
Brazil is facing a threat from the far right, a storm of populist conservatism.
Our new political phenomenon, Jair Bolsonaro, who is expected to win the
presidential election on Sunday, is a former army captain who admires Donald
Trump but seems more like Rodrigo Duterte, the Philippines’ strongman. Mr.
Bolsonaro champions the unrestricted sale of firearms,
proposes a presumption of self-defense if a policeman kills a “suspect” and declares that a dead son is preferable to a gay one.
If Mr. Bolsonaro wins the
election, Brazilians can expect a wave of fear and hatred.
Indeed, we’ve already seen
blood. On Oct. 7, a Bolsonaro supporter stabbed my friend Moa do Katendê, a musician
and capoeira master, over a political disagreement in the state of Bahia. His
death left the city of Salvador in mourning and indignation.
Recently, I’ve found myself thinking about the 1980s. I
was making records and playing to sold-out crowds, but I knew what needed to
change in my country. Back then, we Brazilians were fighting for free elections
after some 20 years of military dictatorship. If someone had told me then that
some day we would elect to the presidency people like Fernando Henrique Cardoso
and then Luiz Inácio Lula da Silva, it would have sounded like wishful
thinking. Then it happened. Mr. Cardoso’s election in 1994 and then Mr. da
Silva’s in 2002 carried huge symbolic weight. They showed that we were a
democracy, and they changed the shape of our society by helping millions escape
poverty. Brazilian society gained more self-respect.
But despite all the progress and the country’s apparent
maturity, Brazil, the fourth-largest democracy in the world, is far from solid.
Dark forces, from within and from without, now seem to be forcing us backward
and down.
Caetano Veloso in 1993 - Credit: Laif/Redux |
Political life here has been
in decline for a while — starting with an economic slump, then a series of protests in 2013, the impeachment of president Dilma Rousseff in 2016 and a huge corruption scandal that put
many politicians, including Mr. da Silva, in jail. Mr. Cardoso’s and Mr. da
Silva’s parties were seriously wounded, and the far right found an opportunity.
Many artists, musicians,
filmmakers and thinkers saw themselves in an environment where reactionary
ideologues, who — through books, websites and news articles — have been
denigrating any attempt to overcome inequality by linking socially progressive
policies to a Venezuelan-type of nightmare, generating fear that minorities’
rights will erode religious and moral principles, or simply by indoctrinating
people in brutality through the systematic use of derogatory language. The rise
of Mr. Bolsonaro as a mythical figure fulfills the expectations created by that
kind of intellectual attack. It’s not an exchange of arguments: Those who don’t
believe in democracy work in insidious ways.
The major news outlets have tended to minimize the
dangers, working in fact for Mr. Bolsonaro by describing the situation as a
confrontation between two extremes: the Workers’ Party potentially leading us
to a Communist authoritarian regime, while Mr. Bolsonaro would fight corruption
and make the economy market friendly. Many in the mainstream press willfully
ignore the fact that Mr. da Silva respected the democratic rules and that Mr.
Bolsonaro has repeatedly defended the military dictatorship of the
1960s and ’70s. In fact, in August 2016, while casting his vote to impeach Ms.
Rousseff, Mr. Bolsonaro made a public show of dedicating his action to Carlos
Alberto Brilhante Ustra, who ran a torture center in the 1970s.
As a public figure in Brazil, I have a duty to try to
clarify these facts. I am an old man now, but I was young in the ’60s and ’70s,
and I remember. So I have to speak out.
In the late ’60s, the military junta imprisoned and arrested
many artists and intellectuals for their political beliefs. I was one of them,
along with my friend and colleague Gilberto Gil.
Brazilian Army chiefs meeting in Rio de Janeiro in 1969 - Credit: Associated Press Photo |
Gilberto and I spent a week
each in a dirty cell. Then, with no explanation, we were transferred to another
military prison for two months. After that, four months of house arrest until,
finally, exile, where we stayed for two and a half years. Other students,
writers and journalists were imprisoned in the cells where we were, but none
was tortured. During the night, though, we could hear people’s screams. They
were either political prisoners who the military thought were linked to armed
resistance groups or poor youngsters who were caught in thefts or drug selling.
Those sounds have never left my mind.
Some say that Mr. Bolsonaro’s
most brutal statements are just posturing. Indeed, he sounds very much like
many ordinary Brazilians; he is openly demonstrating the superficial brutality
many men think they have to hide. The number of women who vote for him is, in
every poll, far smaller than the number of men. To govern Brazil, he will have
to face the Congress, the Supreme Court and the fact that polls show that a greater majority than ever of Brazilians
say democracy is the best political system of all.
I quoted Mr. Jobim’s line —
“Brazil is not for beginners” — to bring a touch of funny color to my view of
our hard times. The great composer was being ironic, but he spoke to a truth
and underlined the peculiarities of our country, a gigantic country in the
Southern Hemisphere, racially mixed, the only country with Portuguese as its
official language in the Americas. I love Brazil and believe it can bring new
colors to civilization; I believe most Brazilians love it, too.
Many people here say they are
planning to live abroad if the captain wins. I never wanted to live in any
country other than Brazil. And I don’t want to now. I was forced into exile
once. It won’t happen again. I want my music, my presence, to be a permanent
resistance to whatever anti-democratic feature may come out of a probable
Bolsonaro government.
Caetano Veloso is a Brazilian
composer, singer, writer and political activist.
Caetano Veloso dit craindre pour l'avenir du Brésil dans une tribune
Publié le 26/10/2018
A quelques heures du second tour de l'élection
présidentielle au Brésil, le chanteur, compositeur et écrivain brésilien
Caetano Veloso publie une tribune dans le New York Times titrée "Des temps
sombres se profilent pour mon pays". Il pointe la probable victoire
dimanche du nouvel homme fort Jair Bolsonaro, dont les idées menacent selon lui
le pays d'un retour en arrière à marche forcée.
"Les militaristes sont de retour",
s'alarme Caetano Veloso
Le 7 octobre dernier, le candidat populiste Jair
Bolsonaro, du Parti social libéral (PSL), est arrivé largement en tête du
premier tour de l'élection présidentielle au Brésil avec 46,1% des voix.
Dimanche 28 octobre, ce candidat considéré d'extrême droite qui se présente
comme ultralibéral et qui a fait de la sécurité sa priorité, pourrait bien
devenir le nouveau président du Brésil.
"Dans les années 60, la dictature militaire au
Brésil a arrêté et emprisonné de nombreux artistes et intellectuels pour leurs
convictions politiques. J'étais l'un deux. Les militaristes sont de
retour", écrit Caetano Veloso, 76 ans, en préambule de sa tribune dans le Nww York Times.
"Comme d'autres pays dans le monde, le Brésil
fait face à une menace de l'extrême droite, une tempête de conservatisme
populiste", constate Caetano Veloso. "Notre nouveau phénomène politique, Jair
Bolsonaro, est un ancien capitaine qui admire Donald Trump mais ressemble
davantage à Rodrigo Duerte, l'homme fort des Philippines", poursuit-il.
Si Bolsonaro est élu, une
vague de haine s'abattra sur le Brésil, prophétise le musicien
Le créateur de "Coração Vagabundo" pense
qu'il est de son devoir, en tant que figure publique, d'alerter ses concitoyens
sur le fait que Mr Bolsonaro a défendu la dictature militaire des années 60 et
70 à de nombreuses reprises. Le même plaide aujourd'hui pour "la vente sans
restrictions des armes à feu" et "déclare qu'un fils mort est
préférable à un fils homosexuel", souligne-t-il.
S'il est élu, prévient Caetano Veloso, les Brésiliens "peuvent s'attendre à une vague de peur et de haine". Et de rappeler que le sang a déjà coulé, le 7 octobre, lorsqu'un partisan de Bolsonaro a poignardé à mort son ami Moa do Katendê, musicien et maître de capoeira, dans l'Etat de Bahia.
S'il est élu, prévient Caetano Veloso, les Brésiliens "peuvent s'attendre à une vague de peur et de haine". Et de rappeler que le sang a déjà coulé, le 7 octobre, lorsqu'un partisan de Bolsonaro a poignardé à mort son ami Moa do Katendê, musicien et maître de capoeira, dans l'Etat de Bahia.
Le musicien raconte ensuite son emprisonnement à la
fin des années 60 en compagnie d'autres artistes et intellectuels, dont son ami
Gilberto Gil. Derrière les barreaux durant deux mois, il n'a subi aucune
torture mais dit n'avoir jamais pu oublier les cris entendus durant la nuit. Ceux sans doute de
prisonniers politiques ou de petits trafiquants sous la torture.
"Beaucoup
disent ici qu'ils iront vivre ailleurs en cas de victoire du capitaine. Je n'ai jamais voulu vivre dans aucun autre pays que le Brésil. Et je ne
le veux pas plus aujourd'hui. J'ai été forcé à l'exil une fois. Cela n'arrivera
plus", conclut-il.
Par Laure Narlian
Journaliste, responsable de la rubrique
Rock-Electro-Rap de Cultureb
LE MONDE | 26.10.2018
Caetano
Veloso: «Bolsonaro fait l’éloge de choses que j’abomine»
Engagé
à gauche, le chanteur brésilien soutient le candidat du PT, Fernando Haddad,
contre le favori d’extrême droite Jair Bolsonaro.
Par Raphaëlle Rérolle (Propos
recueillis par)
Le chanteur brésilien, soutien
de la gauche, rappelle le caractère controversé de la mise à l’écart de
l’ex-président, tout en se félicitant de la fin de l’impunité en matière de
corruption.
Vous manifestez publiquement votre opposition à
Jair Bolsonaro. Quels sentiments vous animent?
C’est un candidat qui dit des
choses que je réprouve et fait l’éloge de choses que j’abomine. Comme je vis en
démocratie, j’ai dit pour qui je votais: Ciro Gomes au premier tour et Fernando
Haddad au deuxième. Je respecterai le président élu, quel qu’il soit, en
espérant seulement que mes droits de citoyens seront, eux aussi, respectés.
Quels sont les aspects de son discours qui vous
déplaisent le plus?
D’abord, l’éloge de la
dictature des années 1960 et 1970 et celui des tortionnaires. Ensuite, toutes
les phrases épouvantables qu’il s’est permis de proférer contre les femmes, les
homosexuels, les peuples indigènes ou la protection de l’environnement, en
profitant de la banalisation des mauvais comportements qui règne sur les
réseaux sociaux. La vague infra-intellectuelle qui a enflé dans les journaux
brésiliens valorise la bêtise comme bouclier contre le politiquement correct.
Bolsonaro a prospéré sur le reflux des avancées réalisées durant les
gouvernements de Fernando Henrique Cardoso et de Lula. Il surfe aussi sur une
forme de moralisme qui associe lutte contre la corruption et conservatisme.
Que pensez-vous du Parti des travailleurs ?
Je n’ai jamais appartenu à
aucun parti. Pour moi, l’apparition du PT dans les années 1980 a signifié que
notre société entrait dans une phase de plus grande maturité. C’était un parti
organique, doté de bases solides et d’une direction qui avait valeur de
symbole, grâce à la figure de Lula : un ouvrier de l’industrie, natif
d’une région pauvre et faisant preuve d’une sagacité politique hors du commun.
No hay comentarios:
Publicar un comentario