"... Estive em Montevidéu e
Buenos Aires, numa viagem que durou uma semana, com show ao ar livre na
primeira das duas cidades, sob uma temperatura que tinha descido, com as chuvas
de uma frente fria, de 30 para 8 graus. Os shows foram ótimos, as plateias do
Rio da Prata sendo as melhores que se podem imaginar. ..." [Caetano Veloso, O Globo, 29/9/2013]
18 de septiembre de 2013
Teatro de Verano, un símbolo uruguayo ubicado en el Parque Rodó de Montevideo, a escasos doscientos metros de la emblemática sede del MERCOSUR.
El músico brasileño Caetano Veloso se presenta por primera vez en el
Teatro de Verano Ramón Collazo de Montevideo, como parte de su gira ABRAÇAÇO.
Entrevista de la semana - Caetano Veloso
17
de septiembre de 2013
TRISTEZA HACIA LA LUZ
Entrevista de Javier Alfonso
CAETANO VELOSO HABLA DE "ABRAÇAÇO", EL
DISCO QUE PRESENTA HOY EN EL TEATRO DE VERANO
Se llama "Vinca". Es
una balada suave, de aires jazzeados, que se hamaca entre su voz atemporal y la
guitarra dulce de Pedro Sá. Cinco minutos y cuarenta segundos de goce total.
"Estou triste", lamenta un poco antes. "El lugar más frío de Rio
es mi cuarto", agrega, por si caben dudas, en un tajo de angustia
distorsionada. Ese llanto eléctrico es, sin embargo, otro de los mejores y más
disfrutables pasajes del disco. "Tudo megabom, gigabom, terabom",
festeja en "Parabens". La inoxidable capacidad de Caetano Veloso de
sublimar cualquier sentimiento, en toda la escala emotiva, en una melodía
atrapante, y la de su banda de edificar el cimiento instrumental óptimo para
cada columna que surge de esta garganta insular es lo que hace de Abraçaço un
gran disco. De hecho, sostiene que las canciones tristes "hacen a la
tristeza misma apuntar hacia la luz".
Este "Gran abrazo"
es una obra recostada al sonido del rock, que atraviesa todos los paisajes
brasileños: desierto nordestino, selva amazónica, sertaneja rural, arenas
cariocas y asfalto paulista. "Es un disco de música brasileña, hecho por
alguien a quien el rock interesa desde hace 50 años", asegura sobre el
álbum que cierra su áspera trilogía con Banda Cê (Pedro Sá en guitarra, Ricardo
Dias Gomes en bajo y Marcelo Callado en batería). Los tres álbumes producidos
por Sá y su hijo Moreno Veloso, remiten inequívocamente a "Transa",
aquel que marcó su transición del tropicalismo al sonido eléctrico que
predominaba en un hemisferio norte sacudido por el vendaval beatle.
Esta última etapa, definida
por Veloso como "transrock", comenzó en 2006 con "Cê"
(apócope de você) y continuó tres años después con "Zii e Zie", disco
que presentó en marzo de 2010 ante diez mil personas en el Estadio Charrúa.
Cuarenta días después de cumplir 71 años, el creador de "Cualquer
coisa", "Livro" y "Estrangeiro", saldrá a escena en el
Teatro de Verano,el martes 17 a las 21 horas (entradas en Abitab, de $ 800 a $
3.000), para tocar los temas de sus tres últimos discos más algunos pocos
clásicos. Aclara que no habrá ‘Capullito’ ni ‘Fina estampa’, que su repertorio
actual prescinde de los grandes éxitos. Pero no quiere que su público salga
triste "aunque haya algunas canciones tristes". Dice que el mito del
comunismo es vivido en forma anticuada en Latinoamérica, "con populismos y
demagogia" y que las manifestaciones recientes en Brasil reflejan
"bocetos de nuevas maneras de hacer política". Asegura además, que su
país "puede y debe dar algo original al mundo" y que la reciente
oleada popular que generó el Papa en Río es prueba de que "la religión es
la más resistente de las instituciones humanas".
Uno de los primeros actores de
la historia de la MPB respondió en un esmerado castellano el cuestionario
enviado por Búsqueda. Apenas hizo falta una mínima edición de
unos pocos ‘brasilerismos’ filtrados entre sus reflexiones sobre su nuevo
disco, su banda, su evolución musical y un poco de actualidad brasileña y
global.
—Ha dicho que el nombre de
este nuevo disco que presentará en Uruguay va más allá del obvio y afectuoso
"gran abrazo" que usamos para expresar cariño a un amigo. ¿A qué se
refiere con que este "Abraçaço" es "una extensión múltiple,
completa y grupal"?
—La repetición de la
"ç" después de la "a" es todavía más fuerte que la de la
"z" en español: "açaç", cuando está escrito, da la
impresión de cosa que se desdobla, de círculos concéntricos. El sonido, sea con
"ç" o con "z", ya da la idea de multiplicidad, por no ser
un simple gran abrazo sino porque sugiere un interminable
"açaçaçaçaç...". Y esa terminación "azo" (o
"aço") también indica algo hecho por mucha gente. Sin embargo, fue
con la idea de "gran abrazo" que utilicé la palabra en la letra de la
canción.
—Luego de su último concierto
en Montevideo, para presentar los discos "Cê" y "Zii e Zie",
mucha gente salió del estadio triste por no haber escuchado clásicos como
"Capullo de alelí" y "Fina estampa". ¿Cómo será el
repertorio del show que hará el martes 17 en Montevideo?
—El repertorio fue concebido
como los de "Cê" y de "Zii e Zie": las canciones del nuevo
disco y algunos temas viejos que me parecieron adecuados. No hay
"Capullito" ni "Fina estampa". Pero no quiero que las
personas salgan tristes. Aunque haya algunas canciones tristes.
—¿Qué les dice a quienes solo
esperan al Caetano más orquestal?
—La verdad es que hacemos una
canción de "Transa" exactamente como ella estaba en el disco
original. Pero la mayoría de las canciones viejas mías que hacemos son de las
que escribí y no grabé, o casi nunca canté en público.—Está claro que la profundización en este sonido basado en la guitarra eléctrica no es solo una elección estética. Después de 50 años, ¿qué tiene el rock que lo sigue cautivando para hacer un disco que bien podría ser de los Red Hot Chili Peppers o de Neil Young?
—El rock me empezó a interesar tarde, a mediados de los años 60, y quedó en mi repertorio de intereses para siempre. Pero no creo que "Abraçaço" sea un disco de rock como lo son los de Red Hot o Young. Es un disco brasileño, de música brasileña, hecho por alguien a quien el rock interesa desde hace 50 años.
—¿Qué aprendió de su hijo Moreno, de Pedro Sá y el resto de los músicos jóvenes que lo acompañan desde hace siete años?
—De Moreno aprendí casi todo, a partir del momento de su nacimiento. Mientras crecía me enseñaba más y más. Hoy él me da calma y claridad para hacer lo que tengo que hacer. En el estudio, él es un sol. Pedro es casi su hermano: creció viniendo a mi casa frecuentemente. Y hoy es uno de los mejores guitarristas de Brasil. Con él empecé a planear lo que vino a ser "Cê". Y él eligió a Ricardo Dias Gomes y Marcelo Callado para componer la banda. Son todos muy cultos respecto a la música popular, ¡y no solo popular! Saben todo de la historia del samba, del rock, del pop. Y de su actualidad.
—¿Está tan cansado de que le
pidan que cante bossas novas que terminó por componer "A bossa nova e
foda"?
—No. Cuando decimos, en
portugués brasileño, que algo es "foda", estamos diciendo que es
fuerte, demasiado bello, difícil de enfrentar. La gente no me pide que cante
bossas novas. Me piden que cante "Leãozinho", "Sozinho",
"Sampa", "Terra", "Alegria, alegria",
"Capullito" o "Cucurrucucú Paloma".
—"Estou triste" debe
ser su canción más sombría de las últimas décadas. Recuerda a
"Maria Bethânia" pero es capaz de provocar una conmoción más
profunda aún. ¿Cómo se logra transformar una emoción tan amarga como "me
siento vacío" en una canción esperanzada y luminosa?
—Recuerda a "Etc.",
del álbum "Estrangeiro". Es muy triste y es sobre la tristeza. Pero
las canciones, tristes o no, son experiencias de belleza, más o menos logradas.
Así, las canciones tristes hacen a la tristeza misma apuntar hacia la luz.
—Canciones como "Imperio
da lei" y "Um comunista" rescatan historias olvidadas. ¿Por qué
decidió recordar ese capítulo de la historia del estado de Pará con ese estilo
folclórico y por qué compuso ese sentido relato sobre el guerrillero
Carlos Marighella?
—La canción que habla del Pará
la hice porque vi una película, "Receberia as piores notícias de teus
lindos lábios", en la que aparece uno de esos asesinatos en los campos de
aquel estado brasileño. Es una bella película, con una extraordinaria y bella
actriz. En cuanto a Marighella, sentí necesidad de escribir sobre mi interés de
joven por la lucha armada en Brasil, sobre mi admiración por ese líder.
Descubrí que una película había sido hecha sobre él, que otra canción (en
verdad un rap, de los Racionais MCs) había sido escrita. Parece que era la
hora. Es el espíritu del tiempo. Esa canción, muy larga, es una referencia a
las canciones de protesta de los años 60, pero la letra está llena de
distanciamiento y complejidades.
—Con el comunismo como sistema
político confinado a unos pocos países, ¿cómo ve a la distancia la aventura de
la izquierda en el mundo, y particularmente el Latinoamérica, donde está al
mando en varios países?
—América Latina tiene una
deuda con su pueblo. La diferencias son todavía enormes entre ricos y pobres.
Así, es comprensible que el mito del comunismo pueda ser vivido de manera anticuada
por aquí, con populismos y demagogia. Pero hemos de pasar a otro estadio. Las
manifestaciones en las calles de Brasil ahora apuntan a una manera de
experimentar esas cuestiones, que es quizá más moderna. Hay riesgo de que los
conservadores tomen las cosas en sus manos. Pero hay bocetos de nuevas maneras
de hacer política. Creo que el comunismo, tal como lo hubo en Rusia, China,
Cuba (y hay en Corea del Norte) no funciona como para crear riquezas. Pero las
ideas socialistas han exigido del capitalismo que fuera más humano. Y hay
siempre que exigirse más. Y otra vez.
—Ha celebrado la continuidad
de los gobiernos de Cardoso, Lula y Dilma. ¿Qué le puede aportar Brasil al
mundo en el campo de las ideas y de la acción concreta? ¿Cómo vive el ascenso
mundial de Brasil en el campo político y económico?
—Brasil puede y debe dar algo
original al mundo. FHC y Lula fueron un buen período. Dilma es respetable. Pero
la situación mundial no parece hacer fácil la vida de los países emergentes.
Brasil ahora mismo no está bien en su economía.
—¿Qué opina de la permanencia
de la corrupción enquistada en el poder en Latinoamérica?
—Es una tristeza. Tenemos que
poder superar ese estado de cosas. Cambiar de mentalidad.
—¿Y qué le provocó la enorme
pueblada que acompañó al papa Francisco en Rio?
—Se lo esperaba. Es natural.
La religión es la más resistente de las instituciones humanas.
Volviendo al disco, y para
cerrar. ¿"Quando o galo cantou" y "Gayana" son anticipos de
su próxima etapa musical? ¿Tiene claro el rumbo que tomará su carrera?
—Bueno, "Gayana" es
la canción de un amigo, compadre mío, padrino de Moreno, que hizo las tapas de
los discos tropicalistas en los 60. En cuanto a "Quando o galo
cantou", es un samba, y eso sí tiene algo que ver con lo que deseo hacer en
el futuro.
Caetano Veloso deleitó a
cuatro mil personas en el Teatro de Verano
El
bahiano regresó a Uruguay con un nuevo disco y un cancionero clásico.
Luego de
haber postergado un día su presentación en el Teatro de Verano por las
condiciones climáticas, Veloso finalmente se reencontró con el público
uruguayo, que no lo ve demasiado a menudo.
El músico
(y ocasional escritor y opinólogo) llegó con un reciente disco
editado, Abraçaço, además de un cancionero que está entre los más
originales de América Latina.
El País
transmitió en vivo el concierto a través de Twitter.
MONTEVIDEO – EL PAIS
CRÍTICAS
CAETANO VELOSO
FICHA
Espectáculo:
Presentación del disco Abraçaço. Lugar: Teatro de Verano. Día: Miércoles
18 de septiembre. Músicos: Caetano Veloso en guitarra y voz junto al trío Cê
(Pedro Sá en guitarra, Ricardo Gomes en bajo y teclados y Marcelo Callado en
batería y percusión).
Música y abrazos para
paliar el frío
Cerca de
4 mil personas asistieron al Teatro de Verano a la presentación de Abraçaço,
el tercer y último disco que Caetano Veloso grabó con la banda Cê, integrada
por tres jóvenes músicos que estuvieron a su altura y fueron el soporte
perfecto para el rock "económico" que promueve el brasileño en esta
etapa.
Alejandra
Volpi
A sus 71
años el artista se mostró enérgico y comprometido con un clima de disfrute que
contagió a la platea a pesar de las bajas temperaturas que reinaron esa noche.
Él ocultaba un secreto: una estufa camuflada a sus pies, dentro de una caja,
que pronto le permitió quitarse el largo sacón de lana con el que apareció en
escena a las 21:15 horas del miércoles.
Veloso
estuvo en Montevideo un día más de lo previsto -y se guardó en el hotel- porque
su espectáculo, originalmente programado para el martes, debió postergarse por
el alerta de lluvias y fuertes vientos. Antes de comenzar la función celebró su
debut en el Teatro de Verano y elogió a la luna que lucía resplandeciente. El
cantautor entibió el palco en varias oportunidades con el gesto de abrazo que
identifica a su más reciente producción, y en varios pasajes, liberado de su
guitarra, se dedicó a crear figuras con las manos, a bailar, a realizar
movimientos pélvicos y hasta a tirarse en el piso. De algún modo Veloso volvió
rejuvenecido, tan liviano y profundo a la vez como la música de Abraçaço, del
que se desprenden canciones bellísimas como la melancólica Estou triste, la
bailable Parabéns (que puso de pie al público) y la militante Um comunista.
El
comienzo estuvo marcado por A bossa nova é foda.
Actuó con
una escenografía muy simple, que tenía al fondo una tela cuadriculada en blanco
y negro y cuatro lienzos con formas geométricas apoyados en caballetes de
madera. Esta imagen concuerda con lo que planea a futuro: hacer un trabajo
electrónico y tratar el sonido como si fueran colores en una pintura.
El
repertorio también repasó material de discos anteriores como A luz de tieta,
De noite na cama, Alguem cantando y Outro.
Al vivo,
Caetano trasladó el espíritu con el que crea las canciones: la euforia. Y
entregó momentos intimistas con su voz intacta, tanto así, que sus
interpretaciones se escucharon casi con la misma fidelidad de un disco. La
calidad de sonido en el Teatro de Verano se lució como pocas veces.
Sobre el
final, el público no quería marcharse. Pero el pedido de un segundo bis quedó
suspendido en el aire. Cuando el show terminó y los técnicos ya empezaban a
desmontar el escenario muchos se quedaron cantando y prolongando la energía del
cálido "abraçaço", mientras el artista iba camino al hotel. Caetano
no prometió volver, no fue protocolar, se despidió con música.
23 de setiembre 2013
EL OBSERVADOR
Espectáculos - MÚSICA
Caetano mostró
su mejor cara roquera pero faltaron abrazos
El cantautor bahiano presentó Abraçaço
en el Teatro de Verano, donde dio rienda suelta a los temas de su último disco
y entonó algunos clásicos
Caetano y banda le ofrecieron un
abrazo conjunto a Montevideo
Fernanda Muslera
En 1913 Kazimir Malévich pintó Cuadrado negro sobre fondo blanco
en un intento por liberar al arte del lastre de la objetividad pictórica y así
destacar “la supremacía del sentimiento puro”. Un siglo después, Caetano Veloso
homenajeó al pintor ruso por el centenario de su obra más importante en la presentación
de su disco Abraçaço en el Teatro de Verano de Montevideo, con una
escenografía en la que predominaron cuatro lienzos con figuras geométricas. La
alusión a Malévich recuerda al propio Veloso: un artista de la transformación,
que se resiste a repetirse a sí mismo, pero que sigue demostrando que su
capacidad de generar sensaciones está intacta.
Luego de la postergación del concierto el martes por razones climáticas, el regreso del cantautor bahiano a Montevideo, tras su última presentación en el Estadio Charrúa en 2010, se produjo sobre las 21:25 horas de un miércoles frío, pero tolerable, y con el consuelo de la luna llena colgando del cielo sobre el ángulo derecho del Teatro de Verano.
Sin mediar palabra con el público, Veloso y su power trío BandaCê, formado por Pedro Sá (guitarra), Marcelo Callado (batería) y Ricardo Dias Gomes (bajo), iniciaron el concierto con A bossa nova é foda, el tema que también abre el último disco del brasileño, el 49º de su carrera y el que cierra la trilogía “rockera” que comenzó en 2004 con Cê (2006) y continuó en 2009 con Zii e Zie (2009).
La apertura con A bossa nova é foda, cristalizó varios aspectos del recital: la centralidad que tendrían los temas de Abraçaço en el show (interpretó todos menos Gayana) y la preponderancia del sonido que Veloso denominó transrock, que fusiona los sonidos brasileños con un rock que tiende a la repetición propia del trance.
Pero también la canción funcionó como una especie de manifiesto contra el encasillamiento, pues habla en contra del preconcepto anglosajón que ve a la bossa nova como música suave y acaramelada y reivindica a este género musical como un gesto violento, desde lo estético y lo histórico, como ha dicho Veloso a la prensa.
El público heterogéneo, compuesto por cerca de 4.000 personas más los convidados de piedra que vieron el show desde las canteras del Parque Rodó, tuvo una actitud más bien contemplativa en el recital, seguramente por una mezcla de frío (pese a la belleza del Teatro de Verano, la ocasión parecía propiciar un lugar cerrado), la limitación de movimiento de las butacas y el desconocimiento del nuevo repertorio.
Tras cantar Abraçaço, Veloso le regaló a su público el gesto de varios abrazos. “Es una maravilla para nosotros estar otra vez en Montevideo y por primera vez en este sitio, hace frío pero ya no llueve y hay una luna que es una maravilla”, dijo el cantante, quien arrancó el concierto con un sobretodo largo y se frotó las manos o las metió en el bolsillo en varias ocasiones.
“¿Quién está de cumpleaños hoy?”, preguntó a continuación y contó la anécdota de Parabéns, canción que surgió luego de que un amigo le mandara una dedicatoria de cumpleaños por mail en la que le deseaba que todo fuera “gigabueno, megabueno, terabueno”, dando inicio así a uno de los mejores momentos del concierto.
El éxtasis rockero de Veloso, que se mostró más divertido y desplegó varios pasos de baile cuando sonaba este ritmo, llegó con Homen (Cê), canción con la cual el cantante de 71 años se acostó de espaldas en el piso.
A ello le siguió el segmento más “triste” de la noche con la sucesión de Comunista, Triste Bahia (del disco Transa) y Estou triste, uno de los temas más bellos de su último álbum. Comunista, canción que Veloso compuso en homenaje al guerrillero Carlos Marighella, logró una atmósfera notable con una iluminación roja que tiñó el escenario.
No obstante el deleite del cantante con su nuevo material, el concierto también incluyó clásicos como Eclipse Oculto, Lindeza, Escapulario, Alguém Cantando, De Noite na Cama, además de dos canciones en honor a su familia: Reconvexo, escrita para su hermana Maria Bethânia y Mãe, dedicada a su madre, quien falleció en 2012 a los 105 años.
Hacia el final sonó Você Não Entende Nada, para la complacencia del público que recién se paró a bailar recién en los últimos tramos del show, en una versión que se mezclaba con Cotidiano de Chico Buarque, como en el álbum en vivo de 1972.
Tras el clásico más celebrado de la noche, Veloso se fue y volvió con Vinco, otra de las grandes canciones de su último disco. Le siguieron los temas A luz de tieta y Outro, tras los cuales extendió su mano y se marchó junto a sus músicos sin emitir palabra.
El público se quedó esperando a que saliera, pero cuando se encendieron las luces la gente entendió que no lo haría. Había pasado casi una hora y media de concierto y hubo ganas de más canciones y de más abrazos, porque pese a la típica calidez de Veloso, el concierto pareció por momentos un poco frío.
Pero también se echaron de menos más palabras del cantante, que decidió usar su hermosa voz para cantar, pero no para conversar. “¡Cantame Capullito!”, se quejó alguien desde las plateas, pero Veloso ya había avisado que no lo encasillaran.
Luego de la postergación del concierto el martes por razones climáticas, el regreso del cantautor bahiano a Montevideo, tras su última presentación en el Estadio Charrúa en 2010, se produjo sobre las 21:25 horas de un miércoles frío, pero tolerable, y con el consuelo de la luna llena colgando del cielo sobre el ángulo derecho del Teatro de Verano.
Sin mediar palabra con el público, Veloso y su power trío BandaCê, formado por Pedro Sá (guitarra), Marcelo Callado (batería) y Ricardo Dias Gomes (bajo), iniciaron el concierto con A bossa nova é foda, el tema que también abre el último disco del brasileño, el 49º de su carrera y el que cierra la trilogía “rockera” que comenzó en 2004 con Cê (2006) y continuó en 2009 con Zii e Zie (2009).
La apertura con A bossa nova é foda, cristalizó varios aspectos del recital: la centralidad que tendrían los temas de Abraçaço en el show (interpretó todos menos Gayana) y la preponderancia del sonido que Veloso denominó transrock, que fusiona los sonidos brasileños con un rock que tiende a la repetición propia del trance.
Pero también la canción funcionó como una especie de manifiesto contra el encasillamiento, pues habla en contra del preconcepto anglosajón que ve a la bossa nova como música suave y acaramelada y reivindica a este género musical como un gesto violento, desde lo estético y lo histórico, como ha dicho Veloso a la prensa.
El público heterogéneo, compuesto por cerca de 4.000 personas más los convidados de piedra que vieron el show desde las canteras del Parque Rodó, tuvo una actitud más bien contemplativa en el recital, seguramente por una mezcla de frío (pese a la belleza del Teatro de Verano, la ocasión parecía propiciar un lugar cerrado), la limitación de movimiento de las butacas y el desconocimiento del nuevo repertorio.
Tras cantar Abraçaço, Veloso le regaló a su público el gesto de varios abrazos. “Es una maravilla para nosotros estar otra vez en Montevideo y por primera vez en este sitio, hace frío pero ya no llueve y hay una luna que es una maravilla”, dijo el cantante, quien arrancó el concierto con un sobretodo largo y se frotó las manos o las metió en el bolsillo en varias ocasiones.
“¿Quién está de cumpleaños hoy?”, preguntó a continuación y contó la anécdota de Parabéns, canción que surgió luego de que un amigo le mandara una dedicatoria de cumpleaños por mail en la que le deseaba que todo fuera “gigabueno, megabueno, terabueno”, dando inicio así a uno de los mejores momentos del concierto.
El éxtasis rockero de Veloso, que se mostró más divertido y desplegó varios pasos de baile cuando sonaba este ritmo, llegó con Homen (Cê), canción con la cual el cantante de 71 años se acostó de espaldas en el piso.
A ello le siguió el segmento más “triste” de la noche con la sucesión de Comunista, Triste Bahia (del disco Transa) y Estou triste, uno de los temas más bellos de su último álbum. Comunista, canción que Veloso compuso en homenaje al guerrillero Carlos Marighella, logró una atmósfera notable con una iluminación roja que tiñó el escenario.
No obstante el deleite del cantante con su nuevo material, el concierto también incluyó clásicos como Eclipse Oculto, Lindeza, Escapulario, Alguém Cantando, De Noite na Cama, además de dos canciones en honor a su familia: Reconvexo, escrita para su hermana Maria Bethânia y Mãe, dedicada a su madre, quien falleció en 2012 a los 105 años.
Hacia el final sonó Você Não Entende Nada, para la complacencia del público que recién se paró a bailar recién en los últimos tramos del show, en una versión que se mezclaba con Cotidiano de Chico Buarque, como en el álbum en vivo de 1972.
Tras el clásico más celebrado de la noche, Veloso se fue y volvió con Vinco, otra de las grandes canciones de su último disco. Le siguieron los temas A luz de tieta y Outro, tras los cuales extendió su mano y se marchó junto a sus músicos sin emitir palabra.
El público se quedó esperando a que saliera, pero cuando se encendieron las luces la gente entendió que no lo haría. Había pasado casi una hora y media de concierto y hubo ganas de más canciones y de más abrazos, porque pese a la típica calidez de Veloso, el concierto pareció por momentos un poco frío.
Pero también se echaron de menos más palabras del cantante, que decidió usar su hermosa voz para cantar, pero no para conversar. “¡Cantame Capullito!”, se quejó alguien desde las plateas, pero Veloso ya había avisado que no lo encasillaran.
Familia
El hijo del cantante, Moreno Veloso, es el productor del disco junto al
guitarrista Pedro Sá.
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