20 y 21 de septiembre de 2013
Teatro Gran Rex
Brasil no
aprende. Y es que la historia nuevamente le pasó factura
al exceso de confianza. En junio último, volvió a suceder lo imposible: el
siete años imbatible, el todopoderoso, el Goliat paulista, Anderson Silva,
padeció en carne viva –o a puño limpio– su propio Maracanazo. Bien que se lo
merecía por presumido, por bardero. Apenas se descuidó la estrella de las artes
marciales mixtas, su oponente, el estadounidense Chris Weidman, hastiado de
tanto menosprecio por parte del morocho peleador, lo mandó a dormir en el
octágono del MGM Grand Arena de Las Vegas. ¡Qué vergüenza! Además, The Spider
(alter ego del hombre record que tiene en la capoeira su golpe de gracia) cayó
en el segundo round, después de que la heladera de Baldwin lo encontrara con la
guardia baja, burlándose de él y pidiéndole que le pegara.
20/9/2013 - Teatro Gran Rex |
CLARIN - MÚSICA
15.09.2013
“El rock
tiene aspectos reaccionarios”
El artista brasileño presenta en Buenos Aires “Abraçaço”, su tercer
disco con Banda Cê.
“Un escritor es un aprendiz de
su oficio hasta que deje de escribir”, decía el bahiano Jorge Amado. Llevada a
la música, esa parece ser la clave de Caetano Veloso, que con 71 jóvenes años,
se reinventa, explora y arriesga. Sus últimos tres discos, Cê (2006), Zii
e Zie (2009) y el flamante Abraçaço (2012) que presentará en Buenos
Aires con la llegada de la primavera, fueron en formato de trío de rock junto a
la Banda Cê, y sumó ahora la producción de su hijo Moreno. “Me gustaría hacer
un trabajo electrónico, tratar el sonido como si fueran colores en una
pintura”, dice sobre el futuro. Espíritu inquieto con voz de caricia, dice que
no hay secretos: “La mayoría de los artistas nunca piensa en jubilarse”, aclara
en un correo que hace de puente entre Buenos Aires y algún lugar de Brasil.
¿Qué representa para usted la
sociedad musical con su hijo Moreno Veloso como productor?
Es una felicidad tener un hijo
como él. Moreno trajo al estudio de grabación la sabiduría, la tranquilidad y
la inspiración que dio brillo a todos los sonidos.
¿De qué forma el trabajo con
la Banda Cê modificó el sonido y el estilo de su música?
Son muchachos que saben todo
sobre música popular de siempre. Todo sobre el rock contemporáneo y sobre el
rock clásico, todo sobre el samba de los años ‘30 a los días actuales, todo
sobre el pop internacional y las vanguardias. El plan de trabajar con una banda
con formato de trío de rock fue pensado para el disco Cê, que es más
rockero. Pero el trabajo con ellos fue tan bueno que quise hacer otro álbum, y
otro más. Ahora siento que haré algo distinto, pero no tengo ganas de dejar de
trabajar con ellos. No sé lo que vendrá.
¿Cuál ha sido el aporte del
rock para que el mundo sea un lugar mejor?
El rock fue una fuerza ciega
que nació en el sur de los Estados Unidos en los años ‘50 y ganó respetabilidad
mundial por intermedio de los jóvenes ingleses de los años ‘60. Entró como
banda sonora de la contracultura, de la oposición a la guerra de Vietnam, del
Mayo francés. Sigue siendo una referencia de rebeldía e innovación. Pero tuvo y
tiene sus aspectos reaccionarios y fascinaciones nazis.
“Los comunistas guardaban
sueños”, dice en su canción que homenajea al revolucionario Carlos Marighella.
¿Fracasó el comunismo? ¿Qué opina sobre esta camada de gobiernos progresistas
(si así los considera) en el continente?
Las ideas socialistas y
comunistas están en la realidad de lo que se logró hacer en las políticas
occidentales respecto a los derechos de los trabajadores, las horas de trabajo,
etcétera. Pero el sueño de una sociedad sin opresión no muere. Las revoluciones
que se hicieron llevaron a autocracias horribles. Los principios liberales
ganaron un respeto merecido. Pero no hay cómo parar de luchar contra la
injusticia social que viene con el capitalismo. La verdad es que los países de
Escandinavia lograron una distribución de la riqueza a la que los países
comunistas nunca llegaron a acercarse. Sin embargo, para mí es inevitable
pensar en superar el estadío de trabajo pago, con empleado y patrón, como si fuera
la forma más libre de producción de riqueza. Los gobiernos de Latinoamérica que
se dicen de izquierda tienen, unos más otros menos, algunos aspectos
anticuados, con demasiada semejanza a los viejos liderazgos populistas. Pero no
me siento inclinado a adoptar las ideas conservadoras. En Brasil tuvimos muchas
cosas buenas con Lula. En Uruguay hay un tono dulce con Mujica. La Venezuela de
Chávez hizo mucho ruido antiamericano y Bolivia la siguió. La Argentina no está
lejos. No sé decir en qué medida ellos están sintonizados con las ideas de
avances más modernas, o hasta donde están libres de la tradición
populista/personalista.
¿Qué expectativas
futbolísticas tiene para el Mundial en su país? ¿Qué opina sobre las protestas
que hubo en torno a esto?
No entiendo de fútbol. Ahora
un poco más, porque mi hijo menor, Tom, que tiene 16 años, lo adora, juega y me
explica. Parece que Brasil podría lograr una vitalidad en el Mundial que supere
la baja calidad de su fútbol interno. Estamos en un tiempo europeo para el fútbol.
A mi hijo le gusta mucho más el equipo argentino que el brasileño. Y él ama más
al fútbol argentino que el brasileño. También, claro, el fútbol español, sobre
todo por Messi. Las protestas son la manifestación de lo que yo decía arriba,
sobre la imposibilidad de no querer superar el estadío en el que estamos en el
mundo capitalista. Las canchas para el Mundial fueron caras y no hay
transparencia sobre cómo se utilizó el dinero. La gente reclama. Pero el juego
Brasil-España fue un suceso de público.
¿Cómo definiría la
idiosincracia argentina?
No sé. Hay muchas burlas sobre
la idiosincracia argentina. A mí, el argentino me parece orgulloso, civilizado,
letrado. Soy brasileño.
¿Para quién es el abrazo
enorme que inspira el nombre del disco?
Para una persona querida.
¿Cuál es el mejor antídoto
contra la tristeza cuando el amor es el disparador?
Cantar.
El maestro y
sus elegidos
15.09.2013
¿Un lugar en el mundo,
un momento de la historia y una persona imprescindible?
Un lugar: Salvador, Bahia. Un
tiempo: el Renacimiento. Una persona: mi hermano Rodrigo.
Si tuviera la
posibilidad de formar la banda perfecta, con artistas de todos los tiempos,
¿quiénes estarían? ¿Y un disco ideal? ¿Un show?
Bueno, bandas ideales son para mí
impensables. Puedo imaginar a João Gilberto con su guitarra y su voz, con Tom
Jobim al piano y nadie más. Yo no estaría allí haciendo nada, sino escuchando.
En el disco Getz/Gilberto se puede oír exactamente eso, hasta que Stan
Getz entra con su saxo que, en el caso, suena como un camión. Igual, un disco
ideal no sería mío, sino de João con Jobim (o Monk solo). Esos discos existen.
En cuanto a mis shows, elijo uno que hice en Realengo, barrio de Río, en una
plaza enorme, de “Circuladô”.
Si tuviese que elegir
una poesía que defina la historia de su propia vida, ¿se le ocurre alguna en
especial?
“Para que tantas pernas, meu Deus?,
pregunta meu coração. Mas os meus olhos não perguntam nada”. (“¿Para qué tantas
piernas, mi Dios?, pregunta mi corazón. Más mis ojos no preguntan nada”), de
Carlos Drummond de Andrade.
Ha crecido rodeado de
mujeres, ¿cuáles son los principales atributos que hacen que una mujer sea
bonita en el amplio sentido?
Integridad. Gracia de las simetrías
y asimetrías. Sinceridad.
Si tuviera la
posibilidad de volver a nacer, ¿le gustaría ser Caetano Veloso?
Sí. Pero un poco más decidido.
¿Cómo será el show del
Gran Rex? ¿Habrá espacio para sus temas clásicos?
No creo. Poca cosa “clásica”. Es un
show de lo que hago ahora. Basado en el album Abraçaço, con alguna cosa
del Cê y también cosas más antiguas. Pero éstas son conocidas en Brasil,
quizá no mucho fuera del país. De todos modos no son cosas como Leãozinho
o Sampa. Pero, quién sabe, puedo cantar una de esas en el bis. Si hay
bis.
Jueves, 19 de septiembre de 2013
PÁGINA 12 - MUSICA
CAETANO VELOSO, ANTES DE
PRESENTAR ABRAçAçO EN EL GRAN REX
“Mis relaciones amorosas con el rock son
oblicuas”
A punto de retornar a Buenos
Aires, el cantautor bahiano, de 71 años, habla de su relación con el rock y los
rockeros, los cambios en la música brasileña, la banda de músicos jóvenes que
lo acompaña y las molestias que le provoca el paso del tiempo.
Yumber Vera Rojas
Después de tamaña
vergüenza nacional, Caetano Veloso tendrá que pensarlo dos veces antes de
incluir a Silva en la interpretación en vivo de “A bossa nova é foda”, la
canción en la que le dedicó un pasaje al luchador de 38 años, así como a otros
estandartes locales de las artes mixtas combinadas. Con ese tema, el cantautor
bahiano abre su maravilloso disco Abraçaço (2012), que lo trae de vuelta a
Buenos Aires, mañana y el sábado, nuevamente en el Gran Rex, a partir de las
21. El álbum 49 de este brasileño universal, quien responde a esta entrevista
por mail –atendiendo la recomendación de su médico de que no esfuerce su voz–,
es también la conclusión de una trilogía en la que este fundador del movimiento
tropicalista, deudor convencido de la obra de Joao Gilberto, se dedicó a
explorar la música popular de su país desde una perspectiva próxima a las
formas creativas libres del pop independiente. Si bien los dos primeros títulos
de este período lo devolvieron a su relación transversal con la cultura rock,
tras este tercer volumen su canción ya no será la misma.
–En su recital de
2010, en la misma sala que lo recibirá esta semana, fue notoria la incomodidad
del público ante el repertorio de sus álbumes Cê y Zii e Zie, hasta que
finalmente invocó algunos de sus bossa nova clásicos. ¿Le desconcertó la
actitud de la gente? ¿También le sucedió en Brasil o en los otros países en los
que presentó esos trabajos?
–Recuerdo las
actuaciones de Zii e Zie en Buenos Aires, en 2010, y no percibí ningún
descontento, sino todo lo contrario. El público porteño, el mejor del mundo,
prestó mucha atención a lo que escuchó, y demostró su intensidad en los
aplausos. Curiosamente, el único show que hice en la capital argentina en el
que sentí la frialdad de la audiencia fue el de Fina estampa, al que asistieron
personas mayores y sobre todo gente que no estaba tan familiarizada con mi
trayectoria, lo que dejó al Gran Rex muy económico en esas manifestaciones de
encantamiento que usualmente suele albergar. Al mismo tiempo, en mi país pude
sentir el distanciamiento de los espectadores cuando presentamos Cê, mientras
que con mi siguiente álbum se mostraron más fervorosos. No obstante, con
Abraçaço se dio un fenómeno de éxito intenso, desde la recepción de la crítica
y las ventas del disco, y, especialmente, en los recitales. Pero nada de eso me
llegó a sorprender: estoy acostumbrado a las alternancias entre el
extrañamiento y el entusiasmo.
–Mientras parte de
su público pareciera resistirse a su evolución, con usted se conectó una
generación de artistas que está en consonancia con las propuestas de sus dos
últimos álbumes, como los estadounidenses Beck y Devendra Banhart, amén de que
revisitaron su etapa tropicalista y su flirteo con el rock en décadas
anteriores. ¿Cómo se sintió con ese reconocimiento y esa relectura de su obra
de parte de la escena indie?
–El interés de
Beck y Devendra por mi trabajo viene de mucho antes de Cê, y lo mismo se puede
decir de David Byrne. La trilogía con mi actual grupo, Banda Cê, no modificó
mucho esas afinidades. La miniantología de grabaciones tropicalistas que Beck
publicó en su sitio web muestra claramente su atracción por nuestra producción
desde la década del ’60. Además de mí, están Os Mutantes, Gal y Gil. Me
sorprendió mi grabación de “Alfômega”, de 1969, pues era muy moderna para la
época. Además, en el álbum homenaje que el sello Universal me hizo para
celebrar mis 70 años, él hizo “Michelangelo Antonioni”, de los ’90, mientras
que Devendra eligió “Quem me dera”, canción que compuse en 1965 y que registré
en 1966. Ellos, al igual que Laurie Anderson y Lou Reed, asisten siempre a mis
shows en Estados Unidos. Recuerdo de este último un entusiasmo particular por
la presentación del disco Livro, pero ninguno de estos artistas mostró
preferencia por los conciertos con Banda Cê, más allá del comentario de que les
gustó tanto la performance como el repertorio. Hay un grupo inglés llamado
Magic Numbers que declaró en varias entrevistas que admiran mucho mi trabajo
Transa. Ellos grabaron “You Don’t Know Me” en el tributo.
–Cada vez que
habla de las canciones que admira de otros artistas, una fija es “Come As You
Are”, de Nirvana, e incluso va más allá al confesar que es uno de los temas que
le hubiera gustado componer. ¿Por qué?
–Nirvana es muy
bueno, y “Come As You Are” es la expresión más concentrada de la inspiración
musical del grupo. La brevedad de la melodía y las palabras son todo lo que me
gusta. El sentimiento vivo detrás de estas formas parece real.
–¿En qué consiste
el “transrock”?
–Cuando hice Zii e
Zie, surgió el concepto de “transambas”, pues la banda, con formato de trío de
rock, tocaba conmigo algunas composiciones con un tratamiento extraño al género
(de las cuales, canciones como “Perdeu”, ya eran raras en sí mismas). Entonces
ahí me vino la idea de que lo que la propia agrupación hacía se debía llamar
“transrock”, porque no soy un cantante o compositor propiamente de rock, y mis
relaciones amorosas con éste son oblicuas.
–Abraçaço cierra
la trilogía (con Cê y Zii e Zie). Siete años atrás, ¿pensó en este período en
función de un concepto artístico? ¿Por qué concluye ahora, y, de paso, con un
gran abrazo?
–Cuando los
músicos se reunieron para tocar las canciones de Cê no me imaginé que haría
otro álbum con ellos. Pero la convivencia fue tan buena y fluida que me dieron
ganas de seguir tocando con el grupo. Abraçaço es una palabra que me gusta
mucho. Tal vez no esté en el diccionario, pero se puede decir de la misma forma
que “golazo” o “equipazo”. Están también las de connotación colectiva: se
llaman “besazos” a las demostraciones en las que varios cónyuges homosexuales,
a partir de la institucionalización del matrimonio gay, se besan en un lugar
público. En español, ustedes tienen muchas expresiones (a veces peyorativas)
que manifiestan una acción generalizada con el sufijo “azo”. No pretendo dejar
de tocar con Pedro Sá (guitarra), Ricardo Dias Gomes (bajo) o Marcelo Callado
(batería). Sólo sé que el esquema será diferente.
–¿Es la entrega
más flexible de la terna?
–Tanto para mí
como para los músicos de la banda, el productor Moreno (y la crítica
brasileña), Cê es el único disco radical de la trilogía, mientras que Abraçaço
es el más flexible y agradable al paladar. Muchas veces atribuimos el éxito a
la actitud condescendiente, aunque creemos, en nuestro caso, que se debe al
hecho de que el público, luego de tantos años, ya está acostumbrado al sonido
creado para Cê.
–A pesar de que
reconoció en un sinnúmero de oportunidades que sus discos no lo dejan
satisfecho, ¿recuerda la sensación que lo embargó una vez que escuchó su más
reciente producción tras terminarla?
–Livro es un disco
al que admiro, así como Transa, Uns y Cê. En una época me gustó mucho Jóia, hoy
no sé. Sea como fuese, ninguno de mis álbumes ni de mis canciones me complace
plenamente. Me gustan “Uns”, “Cajuína” y “Outro”, aunque no encuentre
satisfacción en ellas. La verdad es que casi nunca escucho mis grabaciones, y
cuando lo hago sucede casualmente en un restaurante, en fiestas de amigos. En
fin, un tema o una producción mía me puede dejar feliz por unos minutos, pero
nunca satisfecho. Recibí correos electrónicos entusiastas de Bob Hurwitz,
presidente de Nonesuch, el sello que me representa en Estados Unidos, y uno muy
especial de Wim Wenders. Se trata de la única devolución que tuve desde el
exterior con mi nuevo trabajo. A pesar de que estoy sorprendido con su
aprobación enfática, no veo en Abraçaço nada que lo diferencie de los dos
anteriores. Aunque, al menos en Brasil, es el más exitoso de los tres.
–¿Cómo fue en esta
ocasión la dinámica de trabajo con Pedro Sá, su productor de cabecera en esta
avanzada transrock (aparte de integrante de Banda Cê), a la que se sumó su hijo
Moreno?
Moreno no sólo es
mi hijo, sino que con él establecí una gran amistad desde que nació. El y Pedro
Sá son amigos de la infancia, por lo que este último es también mi amigo,
además de que fue quien me recomendó al resto de los músicos de la agrupación.
Entonces, toda la historia de concepción de ese sonido nació de mis
conversaciones con él, que ya tocaba conmigo cuando Jaques Morelenbaum dirigía
mi banda. No obstante, la manera como Cê se realizó se debe mucho a Moreno; él
me convenció para crear un repertorio nuevo usando mi modo de cantar de
siempre: había imaginado un disco en el que mi voz estuviese electrónicamente
deformada hasta quedar irreconocible, haciendo un álbum paralelo con un
seudónimo de rockeros contemporáneos originales, pero mi hijo me hizo cambiar
de idea. Pedro es un artista conocedor e inteligente, muy musical y talentoso.
Y eligió a unos chicos informadísimos. Nunca tuvimos dificultades para
comunicarnos, al punto de que no tuve un grupo en el que mis ideas se
entendieran tan fácilmente. Además intercambiamos opiniones sobre discos y
actuaciones de los demás. Y estos muchachos son geniales para convivir. Hablo
con ellos acerca de Dirty Projectors y Noel Rosa, y ellos me cuentan sobre
Devo. Nos entendemos absolutamente.
–Al igual que
sucedió con Julian Lennon, Femi Kuti o Ziggy Marley, cuyas trayectorias
estuvieron sujetas a sus apellidos paternos, ¿cree que su vástago, con el que
produjo el álbum Recanto, de Gal Costa, sucede lo mismo?
–Veo a Moreno como
a un ser impar: autónomo y sabio, fantasioso, pero sobrio. El es como ninguno.
No oigo ni leo las comparaciones que le hacen conmigo, salvo los comentarios
comunes de que el timbre de su voz muestra la relación biológica, lo que me
pone orgulloso. Fuera de eso, es un hombre libre, por supuesto. Digno,
refinadísimo, un artista y amigo generoso.
–Rogério Duarte,
mentor del tropicalismo, así como autor de muchas de las tapas de sus álbumes,
compuso “Gayana”, el único tema de su nuevo trabajo que no fue firmado por
usted. ¿Por qué lo eligió para cerrar el disco?
–Rogério es mi
gran compadre y un genio peculiar. Cuando él, ya retirado y viviendo casi
monásticamente, me dijo que estaba componiendo (es artista gráfico y siempre
tocó la guitarra clásica, pero nunca se había adentrado en el terreno de la
canción), y que tenía una bien especial que me quería mostrar: “Gayana” (en ese
entonces se llamaba “Himno gay”), a la que quise incluir en el álbum. La
decisión de dejarla para el final fue tomada colectivamente por los músicos de
la banda y Moreno (que, aparte de ser ahijado de Rogério, toca el bajo en el
tema).
–No obstante,
usted abre Abraçaço con “A bossa nova é foda”, toda una declaración de
principios en la que defiende a esta expresión sonora de los estereotipos que
la definen en Estados Unidos y Europa. ¿Qué lo motivó a hacer esa descarga
ahora, y aparte de esta forma?
–La bossa nova fue
un acontecimiento de grandes proporciones en nuestra vida. Ningún artista
brasileño de mi generación dejó de hablar de este trauma inicial. ¿Qué hizo
Joao Gilberto? Les dio la dirección y el estímulo a las composiciones de Jobim,
Lyra y Menescal, cambiando la forma de entender la música popular de Brasil. Y
fue inmediatamente adoptado por el gran público. Es de eso de lo que hablo
siempre, tratando de decirlo cada vez mejor. “A bossa nova é foda” (N. del R.:
si bien literalmente foda, en portugués, expresa el acto sexual, en Brasil se
utiliza también para referirse a los problemas o dificultades, o para denotar
algo bonito o muy fuerte) nació de la inspiración de exponerlo exactamente en
esos términos. Los errores de perspectiva de la visión internacional sobre el
significado del género son viejos. Pero es más anacrónica la opinión foránea de
que aquel movimiento se resume en un estereotipo sin que éste se diluya en el
preconcepto de lo vulgar. Miles Davis dijo que “Joao Gilberto es música hasta
leyendo un periódico”. La bossa nova influyó en la punta de lanza del jazz de
los años ’50 y ’60, y definió caminos para maestros de escuelas de samba,
nuevos músicos, ensayistas de las ciencias sociales y poetas vanguardistas.
Hoy, Joao Gilberto es amado incluso por los luchadores de las artes marciales
combinadas (MMA).
–En los últimos
años, la sociedad brasileña le exige al mundo que reconozca su cultura tal cual
es. Pero, al mismo tiempo, pareciera que la bossa nova y el samba ya no tienen
el mismo peso entre las clases populares brasileñas como en décadas pasadas.
¿Ese rol lo ocupa en la actualidad el baile funk?
–Países como la
Argentina y el Brasil están predestinados a ser interpretados de una forma
simplificadora: las personas en Estados Unidos, Australia o Inglaterra no saben
lo más mínimo sobre la cotidianidad argentina para entender la relevancia de
Spinetta. Nosotros, por el contrario, conocemos lo suficiente acerca de la
cultura popular de Estados Unidos para comprender el encanto de los errores de
Bob Dylan cuando toca la guitarra y la armónica. En cuanto al baile funk, que
me encanta –por su parentesco histórico con la bossa nova–, es el género
favorito de los millones de habitantes que viven en la favela y en la periferia
de los centros urbanos, aunque se encuentra mano a mano con las diversas
modalidades del samba, entre las que destaca el pagode. La bossa nova ve su
modelo de lucha reproducido en el baile funk –que pasó de influenciado a influyente
en ese pop mundial que se aproxima a la electrónica de matiz popular, como el
de M.I.A. y Diplo–, y oye en el pago de los ecos de sus experimentos armónicos
y melódicos, además de la exigencia de la ejecución.
–¿El hip hop
participa también en este proceso de redención proletaria?
–Con el hip hop
hay un acompañamiento intenso de parte de los favelados de todo Brasil, y de la
extrema juventud de las clases medias y altas, con énfasis en su contenido
político y racial. Ya lo subrayó Chico Buarque: el rap es la forma más genuina
de la canción de protesta de los tiempos actuales, porque son los propios
oprimidos los que componen y versan acerca de su realidad. Las primeras letras
críticas locales fueron escritas por Vinicius de Moraes, y cantadas por Nara
Leao: él, el principal letrista de la bossa nova, y ella, su musa e intérprete
inicial. Todo lo que tenemos hoy son cosas que nuestro país tuvo que pasar por
la bossa nova para ser capaces de producir.
–De sus tres
últimos álbumes, el que lo trae de vuelta a la capital porteña es posiblemente
el más melancólico. Además de que, aunque parezca sin esa intención, es un
trabajo que flirtea con la política, al punto de que homenajeó al guerrillero
urbano brasileño Carlos Marighella en el tema “Um comunista”. ¿Por qué lo hizo?
–Sin lugar a
dudas, Abraçaço es el más melancólico. Pero creo que, de los tres, era más
político Zii e Zie, a través de temas como “Perdeu” y “A Base de Guantánamo”,
ya que Cê era casi exclusivamente individualista. Aunque, además de “Um
comunista” (que es casi una parodia de las canciones de protesta de la década
del ’60), en mi último disco está “O imperio da lei”, una canción sobre los
asesinatos impunes de campesinos y misioneros en el norte de la Amazonia.
–Tras todos estos
años de trayectoria, ¿le duelen las críticas?
–Casi nunca. Pero
siempre fue así. Detesto las mentiras y falsedades, y cada vez que las detecto
reacciono abiertamente. Pero leí un sinfín de insultos en la Internet y en las
revistas a los que no les presté atención.
–Abraçaço es su
disco número 49. ¿Ya pensó cómo será el 50?
–No sé cuántos
discos hice, y me resulta difícil contarlos debido a que grabé algunos con
colegas y otros en solitario. Pero incluso si fuera fácil contarlos, no tendría
el deseo de hacerlo.
–Usted mantiene
intacta su necesidad de reinvención constante, pero tiene 71 años. Incluso, su
médico le recomendó que hiciera esta entrevista por mail para cuidar la
garganta. ¿Le afecta darse cuenta de que está envejeciendo?
–Desde
hace mucho tiempo, envejecer me incomoda. Específicamente, desde el instante en
el que necesité usar anteojos, pues tenía una vista excelente. Después se
fueron sumando otros achaques. No obstante, ese consejo de evitar hablar
largamente por el teléfono se debió a un problema vocal que padecí
anteriormente. Aunque Simone de Beauvoir acertó al observar que, a partir de
una cierta edad, ya no distinguimos entre la vejez y la enfermedad. Así que
supongo que mi problema con la voz será pasajero, y que los reposos y
ejercicios requeridos me devolverán la capacidad que tenía hace algunos meses.
Si no sucede así, habrá sido entonces una molestia más del envejecimiento.
Jueves, 19 de septiembre de
2013
Aquel disco con Gilberto Gil
El álbum
Tropicália: ou Panis et Circensis (1968) fue el amplificador sonoro del
movimiento tropicalista, que redefinió la comprensión de la cultura popular
brasileña a partir de la modernidad, e inmortalizó a toda una generación de
músicos. Para celebrar los 25 años de aquel disco, en 1993 se juntaron Caetano
Veloso y Gilberto Gil, protagonistas de esa producción histórica (en la que
también intervinieron Os Mutantes, Tom Zé y Nara Leao) para festejar la
efemérides con la grabación de Tropicália 2. “Gil y yo fuimos los fundadores de
lo que se llegó a llamar tropicalismo”, recuerda Veloso. “Así que decidí
invitarlo a hacer un álbum conmemorativo sólo nosotros dos. En realidad, quería
hacer algo con él, un proyecto que uniera nuestras fuerzas creativas. Se
trataba de aunar el poder expresivo de ambos líderes para, celebrando el
aniversario de Tropicália, experimentar cuál sería el resultado. El
tropicalismo no sonaba así tres décadas más tarde, pues sonó como podía hacerlo
en su tiempo. Lo que quería ver era qué resultaba de esta conjunción tantos años
después y ofrecer eso a manera de tributo. A mi parecer, valió la pena:
Tropicália 2 es uno de los trabajos de los que estoy más orgulloso”.
Jueves, 19 de septiembre de
2013
Las protestas que sacudieron a
Brasil
–Muchos
de los músicos jóvenes que participaron en las protestas que en junio
sacudieron a Brasil se decepcionaron porque usted y Chico Buarque, que son dos
artistas con una visión política bien aguda de su país, no se hubieran
pronunciado sobre lo que estaba sucediendo. ¿Qué opinión le merecen estos
comentarios?
–Desconozco
las quejas de que no me haya pronunciado acerca de las protestas. Nadie las
esperaba, y cuando me di cuenta de ellas, escribí una nota sobre el asunto en
el diario O Globo, y luego en mi página web. En realidad, se trata de una serie
de artículos, que todavía sigo haciendo debido a que las manifestaciones
continúan. Una observación que hizo un periodista es que en estas nuevas
algaradas no hay líderes, ni partidos, ni figuras de renombre. Además de ser
una celebridad, estoy viejo para recibir gases lacrimógenos, spray de pimienta
y balas de goma. Mi hijo Moreno y su esposa sí fueron. Se sofocaron un poco,
pero estuvieron felices con muchos aspectos de la experiencia. A mí, que soy el
típico muchacho de los años ’60, me simpatiza la idea de la que la gente salga
a la calle para hacerse oír. Después, creo fascinante el modo de organización
silenciosa que se da a través de Facebook y Twitter, porque permite que no haya
guías visibles. Es el espíritu de los tiempos. Y las reivindicaciones hechas
por los manifestantes eran casi todas lógicas. Los gobernantes quedaron
espantados. En todos los niveles, los políticos tuvieron que buscar respuestas.
Hasta hoy, nadie sabe qué consecuencias reales tendrán esos eventos. Los que
apoyan al gobierno temen que eso desestabilice el proyecto del partido de
permanecer al frente del país por varias décadas. Muchos creen que la confusión
puede generar el deseo de otro golpe de la derecha. Claro que se puede leer en
los blogs de algunos periodistas afines a ese ideal conjeturas de que los
militares volverán al poder. Pero la mayoría de la población no parece pensar
así. Si esto resulta en una alternancia, no me disgustará. Si se impusiera el
autoritarismo, lo detestaré. Si se produce un cambio en las relaciones de fuerza
de la política oficial, puede ser bueno. Aunque el hecho es que el movimiento
todo expone una crisis de representatividad. De mi parte, respeto la democracia
representativa, y no siento mucha firmeza en las formas delirantes de
democracia directa descriptas por Hardt y Negri. Sin embargo, pienso que esas
ganas de experimentación institucional deben ser incontrolables y, al mismo
tiempo, saludables.
Viernes 20 de septiembre de 2013
Caetano Veloso
La música y
el cambio
Espectáculos
Por Fernando López | LA NACION
A diferencia de
otros favoritos de los argentinos que nos visitan con frecuencia, Caetano
Veloso nunca llega sin novedades: es poco amigo de las rutinas y de la cómoda
repetición de hits.
El ánimo innovador
está en su esencia y la voluntad de renovarse, y ensayar nuevos caminos parece
no disminuir con el paso del tiempo.
Hace más de un año,
cuando todavía no había registrado este Abraçaço con el que llega ahora a
Buenos Aires y señala el fin de su colaboración con la Banda Cê, había dado una
muestra más de ese espíritu con la composición prácticamente integral del
admirable Recanto, el último CD de Gal Costa, repleto de experimentaciones
vanguardistas.
Con este gran
abrazo (abraçaço es el saludo que él usa a veces como fórmula de despedida en
los mails), pone fin a un ciclo que desarrolló con el estupendo trío y que se
inició en 2006 con los briosos y expansivos transrocks de Cê, se prolongó en
las joviales ocurrencias de Zii e Zie (él las llama transambas para definir la
sonoridad que le dio la banda, y en ligera alusión al paradigmático álbum
Transa, aquel de "It's A Long Way" y "Triste Bahía", que ya
cumplió cuarenta años), y se completó en este último álbum, en el que, dentro
de un recorrido que abarca varios tonos y sentimientos, de la protesta al funk
carioca y de la conmovedora confesión del vacío y la tristeza al contagioso
ritmo de "A bossa nova é foda", que remite a "Odeio", se
cuela un delicado sentimiento de melancolía.
Pero seguramente no
serán sólo los temas de Abraçaço los que se escucharán en el programa que hoy y
mañana presentará en el Gran Rex al lado de la que ahora es conocida como
Bandacê: Pedro Sá, en guitarra, bajo, voces; Ricardo Dias Gomes, bajo, teclado,
voces, y Marcelo Callado, batería y percusión. Entre el samba, el rock y la
experimentación, ellos rodearon al bahiano de una sonoridad que algunos
prefieren identificar con el indie rock, aunque ya se sabe que el espíritu
tropicalista de Caetano es reacio a los encasillamientos. Y en su show tanto
pueden aparecer nuevas relecturas de títulos populares como el rescate de
alguna de las muchas perlas de su cosecha que hace tiempo no figuran en sus
programas. Y -¿por qué no?- alguna sorpresa de reciente data.
El abrazo celebra
el encuentro y también sella el adiós, al mismo tiempo que invita a sospechar
qué nuevos rumbos tomará ahora. Porque está más que probado que Caetano sigue
teniendo muchas cosas para decir y que siempre se las ingenia para encontrar
otras maneras de expresarlas y otras músicas sobre las cuales volcarlas. O para
aplicar una nueva mirada -la de hoy- a los temas de siempre. La mirada de un
hombre que está al día y que a los 71 lleva -como decía él del su menino do
Rio- "el corazón de eterno flirt".
Caetano Veloso
Presenta Abraçaço
Hoy y mañana, a las 21
Teatro Gran Rex, Corrientes 857
Presenta Abraçaço
Hoy y mañana, a las 21
Teatro Gran Rex, Corrientes 857
Domingo 22 de septiembre de 2013
LA NACIÓN - Música
Caetano: canción con todos
Espectáculos
Veloso, entre los
nuevos y los viejos éxitos. Foto: Leo Carreño / DPA
Abraçaço / Concierto: Caetano Veloso con la Bandacê / Músicos:
Pedro Sá (guitarra, bajo, voces), Ricardo Dias Gomes (bajo, teclado, voces) y
Marcelo Callado (batería y percusión) / Sala: Gran Rex / Funciones: el
viernes y anoche.
Nuestra opinión: muy bueno
Nuestra opinión: muy bueno
La versatilidad de Caetano no es novedad: la
expresan tanto su mutante discografía como cada uno de sus shows en vivo, los
impredecibles itinerarios y las atrevidas mezclas que aborda en cada uno de sus
proyectos como su probada voluntad de enfilar hacia otros rumbos cada vez que
percibe que está cediendo a la comodidad de los caminos conocidos.
Tales movimientos, que por un lado han contribuido
a su prolongada vigencia artística, a la rica variedad de su obra y a la
renovación permanente de un público que hace rato no reconoce fronteras,
también acusa algún paso en falso y revela contradicciones. Quizá por eso,
porque no les teme a los riesgos y se expone, como artista vivo que es, a
experimentar la novedad sin peligro de desdibujar una personalidad que está
largamente definida y aceptada, es que se lo respeta -y sobre todo- se lo
quiere tanto y se lo recibe tan calurosamente como lo hizo el colmado y ruidoso
Rex de anteayer, de pie, entre aplausos y aclamaciones, desbordando alegría.
Intocable
El hombre es intocable en el corazón de sus devotos
fans, que le celebrarán sus coqueteos con el lenguaje escénico del rock aunque
sepan que él no es un rockero, que no repararán en que muchos casos la poderosa
y cruda sonoridad del power trío Bandacê (aun siendo uno de los puntos altos
del espectáculo) no es la que mejor se lleva con las delicadezas melódicas del
bahiano ni que su decisión de incluir en el programa diez de los once temas del
último disco era demasiado arriesgada y podía revelar ciertas monotonías y
algún altibajo que en la escucha personal pasan inadvertidos.
Pero también es cierto que Caetano hace lo necesario
para eludir esos contratiempos. Empieza sobre el clamor de los aplausos y el
ritmo arrollador y reclamante de "A bossa nova é foda" (cercano
pariente del de otro éxito, "Odeio"), atrapa y conquista de entrada.
Es el primero (y uno de los más contagiosos de Abraçaço, cuya interpretación en
vivo si bien respeta la forma original de los registros en estudio, gana en
vigor e intensidad. La mayor diferencia quizás estriba en que si el disco
transmitía un espíritu melancólico, en el show lo que predomina es la
jovialidad.
"Um abraçaço", que viene poco después y
es otro de los títulos destacables del álbum, permite que los cuatro artistas
reunidos en el centro de la escena emulen la ingeniosa cubierta, con un Caetano
en primer plano contenido por ocho manos.
Para superar la monótona parsimonia de "Um
comunista", un homenaje de nueve minutos al guerrillero Carlos Marighella,
Caetano recurre después a uno de sus discos legendarios, Transa, y
magníficamente secundado por el trío recrea "Triste Bahía", una joya
de 1972 que por sí misma alcanza para explicar el espíritu tropicalista. En el
mismo clima, se engarza la que quizás sea la mejor canción de esta última
cosecha: "Estou triste". Se sale de esa sutil melancolía con el
vibrante mensaje de "Odeio", con el samba plegaria
"Escapulario" y con el "Funk melódico" donde contradice a
Vinicius al cantar que "los celos son el estiércol del amor".
A partir de allí, se amontonarán los títulos más
brillantes, y no por casualidad los más festejados; algunos conocidos en otras
voces como "Mãe", que grabó Gal Costa en 1978; como
"Reconvexo", que compuso para un disco de Bethânia de 1989, o como
"De noite na cama", que popularizó Marisa Monte a comienzos de los
90.
Los otros, tan clásicos como "Eclipse
oculto", la inesperada "Você não entende nada", desde hace mucho
ausente de su repertorio y ahora elegida para cerrar un show, que por supuesto
no terminó ahí. En los bises, se mezclaron "A luz de Tieta", "Um
índio" y "Desde que o samba é samba" y tras una larga espera y
los aplausos que no cedían, lo que cabía esperar: "Sampa", "O
leãozinho".
Así, volvió a tender un puente entre sus fans, que
ahora abarca varias generaciones. Y todos salieron contentos.
Domingo, 22 de septiembre de 2013
PÁGINA 12 - MUSICA
CAETANO VELOSO Y UN SHOW
DE ALTA CONTUNDENCIA EN UN GRAN REX REPLETO
Todo lo que cabe en ese cuerpo bahiano
El concierto de presentación
de Abraçaço se correspondió con lo que propone el disco que cierra la trilogía
iniciada por Cê y Zii e zie: intensidad y contundencia eléctrica, que encontró
un balance en los bises con el “viejo” Caetano.
Veloso abrió la noche con “A bossa nova é foda”, toda una declaración de
principios.
Por Karina Micheletto
“A bossa
nova é foda”, sentencia Caetano Veloso en la canción
que elige para abrir el concierto con el que presenta su último disco, Abraçaço.
La traducción más aproximada sería algo así como “La bossa nova es difícil”.
Jodida, sería más aproximado todavía. Y aunque Caetano lo usa para decir que
los músicos de su generación no son “fáciles”, colocada al inicio puede ser un
anuncio de lo que vendrá. Y lo que vino, el viernes pasado y ante un Gran Rex
colmado de admiradores y admiradoras que hicieron sonar su entusiasmo, fueron
más de dos horas de un sonido bien cercano al rock. Transrock, se define esta
banda apodada BandaCê, la formación básica de guitarra, bajo y batería, cuyo
sonido no ahorró guitarras deformes y en altísimo volumen de Pedro Sá, también
productor del disco junto a Moreno Veloso.
Con este formato y
con este sonido Caetano está cerrando una trilogía que comenzó con Cê, en 2006,
que siguió con Zii e zie en 2009, y que tiene un broche final ante un público
que sabe demostrar al bahiano su fervor. Tanto, que después de un bis tras otro
muchos obtienen lo que habían ido a buscar, algo así como un bonus track por
fuera de este Caetano y de estos discos: aquellos clásicos que, finalmente,
devuelven aquel sonido de Caetano. Y entonces sí, las manos se alzan en éxtasis
colectivo, algún que otro pulóver se revolea y esa parejita se abraza y se besa
porque, sí, estas canciones les recuerdan lo mucho que se quieren.
Pero antes, en el
concierto propiamente dicho, el sonido contundente de la banda fue marcando
climas entre riffs que se van pudriendo y canciones que hacen de la nostalgia
un manto a compartir –toda una marca de este Abraçaço, la nostalgia–. Se
alternaron también temas de este último disco con otros de la trilogía, y con
otros más viejos como “Lindeza” (de aquel Circuladô), convenientemente pasados
por este nuevo sonido. De este trabajo que tiene nombre de abrazo gigantesco
Caetano propuso, entre otros, el intenso “Um comunista”, dedicado al
guerrillero Carlos Marighela, protagonista de la resistencia después del golpe
militar de 1964: “Los comunistas guardaban un sueño”, canta Caetano. “¿Quién
está de cumpleaños aquí?”, pregunta en dulce español. Y explica que va a cantar
una canción cuya letra salió del mail de un amigo, en el día de su cumpleaños:
“Todo mega bueno, tira bueno, giga bueno. Una alegría excelsa para ti, en el
paraíso astral que empieza. Je je”, traduce. El mail, textual, deviene en la
canción “Parabéns”. Así que era un simple mail, y no la crítica irónica al
“tudo bom” brasileño, o cuestiones filosóficas por el estilo.
A los 71 años,
Caetano canta y encanta. Su voz sorprende en la tristísima “Estou triste”, del
último disco, o en la vieja “Alguém cantando” (del disco Bicho), o en “Mae”,
también de los ’70. Cita al admirado Oswald de Andrade: “El Pan de Azúcar de
cada día, danos señor la poesía de cada día”. A lo largo del show mueve las
caderas, ensaya pasitos de samba, recorre el escenario saludando, tirando
besos, se abrocha y desabrocha la camisa, juega con las manos junto a los
músicos de su banda aludiendo el arte del disco, se tira al suelo, invita a las
palmas. Todo sin perder la compostura y la misma elegancia que transmiten sus
canciones, como un caballero de fina estampa.
La escenografía
elegida jugó con figuras geométricas, una tela cuadriculada en el fondo y
cuatro lienzos con formas geométricas apoyados en sendos caballetes de madera.
Una referencia que algunos relacionan con lo que el bahiano ya anunció que
vendrá: un trabajo electrónico, sonidos tratados como colores en una pintura.
El final, antes de los bises, llega con la conocida “Você nao entende nada”.
Siguen “A luz de Tieta”, que corean todos, o “Um índio”. Y cuando todo ya
parece estar dispuesto para el taza taza, cada cual a su casa –hasta el sonido,
que ya ha sido cortado–, la insistencia del público hace regresar a Caetano y a
la BandaCê. Y llega lo que no estaba planeado para este concierto: “Desde que o
samba e samba” y “O leaozinho”. Y las manos se alzan y los pulóveres se
revolean y la pareja se besa porque, queda claro, la música de Caetano forma
parte de una banda de sonido con la que cada cual puede recordar momentos de su
vida. Una vida que sigue en movimiento, y que el compositor sigue proponiendo
como un salto hacia adelante, aun con la melancolía de por medio.
CAETANO VELOSO
PRESENTACION DE ABRAÇAÇO
Músicos:
Pedro Sá en guitarra, Marcelo Callado en batería, Ricardo Dias Gomes en bajo y
teclados.
Público:
3300 personas.
Duración:
150 minutos.
Teatro
Gran Rex, Viernes 20 de septiembre. Repitió anoche.
REVISTA NOTICIAS
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Viernes 20 de septiembre de 2013 - Teatro Gran Rex
Caetano ya
estaba con otra ropa listo para dejar el teatro, después de casi 20 minutos
de aplausos, volvió para un tercer Bis.
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Sábado 21 de septiembre de 2013 - Teatro Gran Rex
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