martes, 14 de enero de 2014

2013 - CAETANO VELOSO - en Buenos Aires, Argentina [15]


 
"... Estive em Montevidéu e Buenos Aires, numa viagem que durou uma semana, com show ao ar livre na primeira das duas cidades, sob uma temperatura que tinha descido, com as chuvas de uma frente fria, de 30 para 8 graus. Os shows foram ótimos, as plateias do Rio da Prata sendo as melhores que se podem imaginar. ..." [Caetano Veloso, O Globo, 29/9/2013]


 

A B R A Ç A Ç O
 
20 y 21 de septiembre de 2013
 
Teatro Gran Rex



20/9/2013 - Teatro Gran Rex


 
 
 
 

 
 
 
 

CLARIN - MÚSICA

15.09.2013

“El rock tiene aspectos reaccionarios”

El artista brasileño presenta en Buenos Aires “Abraçaço”, su tercer disco con Banda Cê.


“Un escritor es un aprendiz de su oficio hasta que deje de escribir”, decía el bahiano Jorge Amado. Llevada a la música, esa parece ser la clave de Caetano Veloso, que con 71 jóvenes años, se reinventa, explora y arriesga. Sus últimos tres discos, (2006), Zii e Zie (2009) y el flamante Abraçaço (2012) que presentará en Buenos Aires con la llegada de la primavera, fueron en formato de trío de rock junto a la Banda Cê, y sumó ahora la producción de su hijo Moreno. “Me gustaría hacer un trabajo electrónico, tratar el sonido como si fueran colores en una pintura”, dice sobre el futuro. Espíritu inquieto con voz de caricia, dice que no hay secretos: “La mayoría de los artistas nunca piensa en jubilarse”, aclara en un correo que hace de puente entre Buenos Aires y algún lugar de Brasil.

¿Qué representa para usted la sociedad musical con su hijo Moreno Veloso como productor?
Es una felicidad tener un hijo como él. Moreno trajo al estudio de grabación la sabiduría, la tranquilidad y la inspiración que dio brillo a todos los sonidos.

¿De qué forma el trabajo con la Banda Cê modificó el sonido y el estilo de su música?
Son muchachos que saben todo sobre música popular de siempre. Todo sobre el rock contemporáneo y sobre el rock clásico, todo sobre el samba de los años ‘30 a los días actuales, todo sobre el pop internacional y las vanguardias. El plan de trabajar con una banda con formato de trío de rock fue pensado para el disco , que es más rockero. Pero el trabajo con ellos fue tan bueno que quise hacer otro álbum, y otro más. Ahora siento que haré algo distinto, pero no tengo ganas de dejar de trabajar con ellos. No sé lo que vendrá.

¿Cuál ha sido el aporte del rock para que el mundo sea un lugar mejor?
El rock fue una fuerza ciega que nació en el sur de los Estados Unidos en los años ‘50 y ganó respetabilidad mundial por intermedio de los jóvenes ingleses de los años ‘60. Entró como banda sonora de la contracultura, de la oposición a la guerra de Vietnam, del Mayo francés. Sigue siendo una referencia de rebeldía e innovación. Pero tuvo y tiene sus aspectos reaccionarios y fascinaciones nazis.

“Los comunistas guardaban sueños”, dice en su canción que homenajea al revolucionario Carlos Marighella. ¿Fracasó el comunismo? ¿Qué opina sobre esta camada de gobiernos progresistas (si así los considera) en el continente?
Las ideas socialistas y comunistas están en la realidad de lo que se logró hacer en las políticas occidentales respecto a los derechos de los trabajadores, las horas de trabajo, etcétera. Pero el sueño de una sociedad sin opresión no muere. Las revoluciones que se hicieron llevaron a autocracias horribles. Los principios liberales ganaron un respeto merecido. Pero no hay cómo parar de luchar contra la injusticia social que viene con el capitalismo. La verdad es que los países de Escandinavia lograron una distribución de la riqueza a la que los países comunistas nunca llegaron a acercarse. Sin embargo, para mí es inevitable pensar en superar el estadío de trabajo pago, con empleado y patrón, como si fuera la forma más libre de producción de riqueza. Los gobiernos de Latinoamérica que se dicen de izquierda tienen, unos más otros menos, algunos aspectos anticuados, con demasiada semejanza a los viejos liderazgos populistas. Pero no me siento inclinado a adoptar las ideas conservadoras. En Brasil tuvimos muchas cosas buenas con Lula. En Uruguay hay un tono dulce con Mujica. La Venezuela de Chávez hizo mucho ruido antiamericano y Bolivia la siguió. La Argentina no está lejos. No sé decir en qué medida ellos están sintonizados con las ideas de avances más modernas, o hasta donde están libres de la tradición populista/personalista.

¿Qué expectativas futbolísticas tiene para el Mundial en su país? ¿Qué opina sobre las protestas que hubo en torno a esto?
No entiendo de fútbol. Ahora un poco más, porque mi hijo menor, Tom, que tiene 16 años, lo adora, juega y me explica. Parece que Brasil podría lograr una vitalidad en el Mundial que supere la baja calidad de su fútbol interno. Estamos en un tiempo europeo para el fútbol. A mi hijo le gusta mucho más el equipo argentino que el brasileño. Y él ama más al fútbol argentino que el brasileño. También, claro, el fútbol español, sobre todo por Messi. Las protestas son la manifestación de lo que yo decía arriba, sobre la imposibilidad de no querer superar el estadío en el que estamos en el mundo capitalista. Las canchas para el Mundial fueron caras y no hay transparencia sobre cómo se utilizó el dinero. La gente reclama. Pero el juego Brasil-España fue un suceso de público.

¿Cómo definiría la idiosincracia argentina?
No sé. Hay muchas burlas sobre la idiosincracia argentina. A mí, el argentino me parece orgulloso, civilizado, letrado. Soy brasileño.

¿Para quién es el abrazo enorme que inspira el nombre del disco?
Para una persona querida.

¿Cuál es el mejor antídoto contra la tristeza cuando el amor es el disparador?
Cantar.

 

El maestro y sus elegidos

15.09.2013

¿Un lugar en el mundo, un momento de la historia y una persona imprescindible?
Un lugar: Salvador, Bahia. Un tiempo: el Renacimiento. Una persona: mi hermano Rodrigo.

Si tuviera la posibilidad de formar la banda perfecta, con artistas de todos los tiempos, ¿quiénes estarían? ¿Y un disco ideal? ¿Un show?
Bueno, bandas ideales son para mí impensables. Puedo imaginar a João Gilberto con su guitarra y su voz, con Tom Jobim al piano y nadie más. Yo no estaría allí haciendo nada, sino escuchando. En el disco Getz/Gilberto se puede oír exactamente eso, hasta que Stan Getz entra con su saxo que, en el caso, suena como un camión. Igual, un disco ideal no sería mío, sino de João con Jobim (o Monk solo). Esos discos existen. En cuanto a mis shows, elijo uno que hice en Realengo, barrio de Río, en una plaza enorme, de “Circuladô”.

Si tuviese que elegir una poesía que defina la historia de su propia vida, ¿se le ocurre alguna en especial?
“Para que tantas pernas, meu Deus?, pregunta meu coração. Mas os meus olhos não perguntam nada”. (“¿Para qué tantas piernas, mi Dios?, pregunta mi corazón. Más mis ojos no preguntan nada”), de Carlos Drummond de Andrade.

Ha crecido rodeado de mujeres, ¿cuáles son los principales atributos que hacen que una mujer sea bonita en el amplio sentido?
Integridad. Gracia de las simetrías y asimetrías. Sinceridad.

Si tuviera la posibilidad de volver a nacer, ¿le gustaría ser Caetano Veloso?
Sí. Pero un poco más decidido.

¿Cómo será el show del Gran Rex? ¿Habrá espacio para sus temas clásicos?
No creo. Poca cosa “clásica”. Es un show de lo que hago ahora. Basado en el album Abraçaço, con alguna cosa del y también cosas más antiguas. Pero éstas son conocidas en Brasil, quizá no mucho fuera del país. De todos modos no son cosas como Leãozinho o Sampa. Pero, quién sabe, puedo cantar una de esas en el bis. Si hay bis.


 

 

Jueves, 19 de septiembre de 2013

PÁGINA 12 - MUSICA
 
CAETANO VELOSO, ANTES DE PRESENTAR ABRAçAçO EN EL GRAN REX
“Mis relaciones amorosas con el rock son oblicuas”
A punto de retornar a Buenos Aires, el cantautor bahiano, de 71 años, habla de su relación con el rock y los rockeros, los cambios en la música brasileña, la banda de músicos jóvenes que lo acompaña y las molestias que le provoca el paso del tiempo.
Yumber Vera Rojas
 Brasil no aprende. Y es que la historia nuevamente le pasó factura al exceso de confianza. En junio último, volvió a suceder lo imposible: el siete años imbatible, el todopoderoso, el Goliat paulista, Anderson Silva, padeció en carne viva –o a puño limpio– su propio Maracanazo. Bien que se lo merecía por presumido, por bardero. Apenas se descuidó la estrella de las artes marciales mixtas, su oponente, el estadounidense Chris Weidman, hastiado de tanto menosprecio por parte del morocho peleador, lo mandó a dormir en el octágono del MGM Grand Arena de Las Vegas. ¡Qué vergüenza! Además, The Spider (alter ego del hombre record que tiene en la capoeira su golpe de gracia) cayó en el segundo round, después de que la heladera de Baldwin lo encontrara con la guardia baja, burlándose de él y pidiéndole que le pegara.
Después de tamaña vergüenza nacional, Caetano Veloso tendrá que pensarlo dos veces antes de incluir a Silva en la interpretación en vivo de “A bossa nova é foda”, la canción en la que le dedicó un pasaje al luchador de 38 años, así como a otros estandartes locales de las artes mixtas combinadas. Con ese tema, el cantautor bahiano abre su maravilloso disco Abraçaço (2012), que lo trae de vuelta a Buenos Aires, mañana y el sábado, nuevamente en el Gran Rex, a partir de las 21. El álbum 49 de este brasileño universal, quien responde a esta entrevista por mail –atendiendo la recomendación de su médico de que no esfuerce su voz–, es también la conclusión de una trilogía en la que este fundador del movimiento tropicalista, deudor convencido de la obra de Joao Gilberto, se dedicó a explorar la música popular de su país desde una perspectiva próxima a las formas creativas libres del pop independiente. Si bien los dos primeros títulos de este período lo devolvieron a su relación transversal con la cultura rock, tras este tercer volumen su canción ya no será la misma.
–En su recital de 2010, en la misma sala que lo recibirá esta semana, fue notoria la incomodidad del público ante el repertorio de sus álbumes Cê y Zii e Zie, hasta que finalmente invocó algunos de sus bossa nova clásicos. ¿Le desconcertó la actitud de la gente? ¿También le sucedió en Brasil o en los otros países en los que presentó esos trabajos?
–Recuerdo las actuaciones de Zii e Zie en Buenos Aires, en 2010, y no percibí ningún descontento, sino todo lo contrario. El público porteño, el mejor del mundo, prestó mucha atención a lo que escuchó, y demostró su intensidad en los aplausos. Curiosamente, el único show que hice en la capital argentina en el que sentí la frialdad de la audiencia fue el de Fina estampa, al que asistieron personas mayores y sobre todo gente que no estaba tan familiarizada con mi trayectoria, lo que dejó al Gran Rex muy económico en esas manifestaciones de encantamiento que usualmente suele albergar. Al mismo tiempo, en mi país pude sentir el distanciamiento de los espectadores cuando presentamos Cê, mientras que con mi siguiente álbum se mostraron más fervorosos. No obstante, con Abraçaço se dio un fenómeno de éxito intenso, desde la recepción de la crítica y las ventas del disco, y, especialmente, en los recitales. Pero nada de eso me llegó a sorprender: estoy acostumbrado a las alternancias entre el extrañamiento y el entusiasmo.
–Mientras parte de su público pareciera resistirse a su evolución, con usted se conectó una generación de artistas que está en consonancia con las propuestas de sus dos últimos álbumes, como los estadounidenses Beck y Devendra Banhart, amén de que revisitaron su etapa tropicalista y su flirteo con el rock en décadas anteriores. ¿Cómo se sintió con ese reconocimiento y esa relectura de su obra de parte de la escena indie?
–El interés de Beck y Devendra por mi trabajo viene de mucho antes de Cê, y lo mismo se puede decir de David Byrne. La trilogía con mi actual grupo, Banda Cê, no modificó mucho esas afinidades. La miniantología de grabaciones tropicalistas que Beck publicó en su sitio web muestra claramente su atracción por nuestra producción desde la década del ’60. Además de mí, están Os Mutantes, Gal y Gil. Me sorprendió mi grabación de “Alfômega”, de 1969, pues era muy moderna para la época. Además, en el álbum homenaje que el sello Universal me hizo para celebrar mis 70 años, él hizo “Michelangelo Antonioni”, de los ’90, mientras que Devendra eligió “Quem me dera”, canción que compuse en 1965 y que registré en 1966. Ellos, al igual que Laurie Anderson y Lou Reed, asisten siempre a mis shows en Estados Unidos. Recuerdo de este último un entusiasmo particular por la presentación del disco Livro, pero ninguno de estos artistas mostró preferencia por los conciertos con Banda Cê, más allá del comentario de que les gustó tanto la performance como el repertorio. Hay un grupo inglés llamado Magic Numbers que declaró en varias entrevistas que admiran mucho mi trabajo Transa. Ellos grabaron “You Don’t Know Me” en el tributo.
–Cada vez que habla de las canciones que admira de otros artistas, una fija es “Come As You Are”, de Nirvana, e incluso va más allá al confesar que es uno de los temas que le hubiera gustado componer. ¿Por qué?
–Nirvana es muy bueno, y “Come As You Are” es la expresión más concentrada de la inspiración musical del grupo. La brevedad de la melodía y las palabras son todo lo que me gusta. El sentimiento vivo detrás de estas formas parece real.
–¿En qué consiste el “transrock”?
–Cuando hice Zii e Zie, surgió el concepto de “transambas”, pues la banda, con formato de trío de rock, tocaba conmigo algunas composiciones con un tratamiento extraño al género (de las cuales, canciones como “Perdeu”, ya eran raras en sí mismas). Entonces ahí me vino la idea de que lo que la propia agrupación hacía se debía llamar “transrock”, porque no soy un cantante o compositor propiamente de rock, y mis relaciones amorosas con éste son oblicuas.
–Abraçaço cierra la trilogía (con Cê y Zii e Zie). Siete años atrás, ¿pensó en este período en función de un concepto artístico? ¿Por qué concluye ahora, y, de paso, con un gran abrazo?
–Cuando los músicos se reunieron para tocar las canciones de Cê no me imaginé que haría otro álbum con ellos. Pero la convivencia fue tan buena y fluida que me dieron ganas de seguir tocando con el grupo. Abraçaço es una palabra que me gusta mucho. Tal vez no esté en el diccionario, pero se puede decir de la misma forma que “golazo” o “equipazo”. Están también las de connotación colectiva: se llaman “besazos” a las demostraciones en las que varios cónyuges homosexuales, a partir de la institucionalización del matrimonio gay, se besan en un lugar público. En español, ustedes tienen muchas expresiones (a veces peyorativas) que manifiestan una acción generalizada con el sufijo “azo”. No pretendo dejar de tocar con Pedro Sá (guitarra), Ricardo Dias Gomes (bajo) o Marcelo Callado (batería). Sólo sé que el esquema será diferente.
–¿Es la entrega más flexible de la terna?
–Tanto para mí como para los músicos de la banda, el productor Moreno (y la crítica brasileña), Cê es el único disco radical de la trilogía, mientras que Abraçaço es el más flexible y agradable al paladar. Muchas veces atribuimos el éxito a la actitud condescendiente, aunque creemos, en nuestro caso, que se debe al hecho de que el público, luego de tantos años, ya está acostumbrado al sonido creado para Cê.
–A pesar de que reconoció en un sinnúmero de oportunidades que sus discos no lo dejan satisfecho, ¿recuerda la sensación que lo embargó una vez que escuchó su más reciente producción tras terminarla?
–Livro es un disco al que admiro, así como Transa, Uns y Cê. En una época me gustó mucho Jóia, hoy no sé. Sea como fuese, ninguno de mis álbumes ni de mis canciones me complace plenamente. Me gustan “Uns”, “Cajuína” y “Outro”, aunque no encuentre satisfacción en ellas. La verdad es que casi nunca escucho mis grabaciones, y cuando lo hago sucede casualmente en un restaurante, en fiestas de amigos. En fin, un tema o una producción mía me puede dejar feliz por unos minutos, pero nunca satisfecho. Recibí correos electrónicos entusiastas de Bob Hurwitz, presidente de Nonesuch, el sello que me representa en Estados Unidos, y uno muy especial de Wim Wenders. Se trata de la única devolución que tuve desde el exterior con mi nuevo trabajo. A pesar de que estoy sorprendido con su aprobación enfática, no veo en Abraçaço nada que lo diferencie de los dos anteriores. Aunque, al menos en Brasil, es el más exitoso de los tres.
–¿Cómo fue en esta ocasión la dinámica de trabajo con Pedro Sá, su productor de cabecera en esta avanzada transrock (aparte de integrante de Banda Cê), a la que se sumó su hijo Moreno?
Moreno no sólo es mi hijo, sino que con él establecí una gran amistad desde que nació. El y Pedro Sá son amigos de la infancia, por lo que este último es también mi amigo, además de que fue quien me recomendó al resto de los músicos de la agrupación. Entonces, toda la historia de concepción de ese sonido nació de mis conversaciones con él, que ya tocaba conmigo cuando Jaques Morelenbaum dirigía mi banda. No obstante, la manera como Cê se realizó se debe mucho a Moreno; él me convenció para crear un repertorio nuevo usando mi modo de cantar de siempre: había imaginado un disco en el que mi voz estuviese electrónicamente deformada hasta quedar irreconocible, haciendo un álbum paralelo con un seudónimo de rockeros contemporáneos originales, pero mi hijo me hizo cambiar de idea. Pedro es un artista conocedor e inteligente, muy musical y talentoso. Y eligió a unos chicos informadísimos. Nunca tuvimos dificultades para comunicarnos, al punto de que no tuve un grupo en el que mis ideas se entendieran tan fácilmente. Además intercambiamos opiniones sobre discos y actuaciones de los demás. Y estos muchachos son geniales para convivir. Hablo con ellos acerca de Dirty Projectors y Noel Rosa, y ellos me cuentan sobre Devo. Nos entendemos absolutamente.
–Al igual que sucedió con Julian Lennon, Femi Kuti o Ziggy Marley, cuyas trayectorias estuvieron sujetas a sus apellidos paternos, ¿cree que su vástago, con el que produjo el álbum Recanto, de Gal Costa, sucede lo mismo?
–Veo a Moreno como a un ser impar: autónomo y sabio, fantasioso, pero sobrio. El es como ninguno. No oigo ni leo las comparaciones que le hacen conmigo, salvo los comentarios comunes de que el timbre de su voz muestra la relación biológica, lo que me pone orgulloso. Fuera de eso, es un hombre libre, por supuesto. Digno, refinadísimo, un artista y amigo generoso.
–Rogério Duarte, mentor del tropicalismo, así como autor de muchas de las tapas de sus álbumes, compuso “Gayana”, el único tema de su nuevo trabajo que no fue firmado por usted. ¿Por qué lo eligió para cerrar el disco?
–Rogério es mi gran compadre y un genio peculiar. Cuando él, ya retirado y viviendo casi monásticamente, me dijo que estaba componiendo (es artista gráfico y siempre tocó la guitarra clásica, pero nunca se había adentrado en el terreno de la canción), y que tenía una bien especial que me quería mostrar: “Gayana” (en ese entonces se llamaba “Himno gay”), a la que quise incluir en el álbum. La decisión de dejarla para el final fue tomada colectivamente por los músicos de la banda y Moreno (que, aparte de ser ahijado de Rogério, toca el bajo en el tema).
–No obstante, usted abre Abraçaço con “A bossa nova é foda”, toda una declaración de principios en la que defiende a esta expresión sonora de los estereotipos que la definen en Estados Unidos y Europa. ¿Qué lo motivó a hacer esa descarga ahora, y aparte de esta forma?
–La bossa nova fue un acontecimiento de grandes proporciones en nuestra vida. Ningún artista brasileño de mi generación dejó de hablar de este trauma inicial. ¿Qué hizo Joao Gilberto? Les dio la dirección y el estímulo a las composiciones de Jobim, Lyra y Menescal, cambiando la forma de entender la música popular de Brasil. Y fue inmediatamente adoptado por el gran público. Es de eso de lo que hablo siempre, tratando de decirlo cada vez mejor. “A bossa nova é foda” (N. del R.: si bien literalmente foda, en portugués, expresa el acto sexual, en Brasil se utiliza también para referirse a los problemas o dificultades, o para denotar algo bonito o muy fuerte) nació de la inspiración de exponerlo exactamente en esos términos. Los errores de perspectiva de la visión internacional sobre el significado del género son viejos. Pero es más anacrónica la opinión foránea de que aquel movimiento se resume en un estereotipo sin que éste se diluya en el preconcepto de lo vulgar. Miles Davis dijo que “Joao Gilberto es música hasta leyendo un periódico”. La bossa nova influyó en la punta de lanza del jazz de los años ’50 y ’60, y definió caminos para maestros de escuelas de samba, nuevos músicos, ensayistas de las ciencias sociales y poetas vanguardistas. Hoy, Joao Gilberto es amado incluso por los luchadores de las artes marciales combinadas (MMA).
–En los últimos años, la sociedad brasileña le exige al mundo que reconozca su cultura tal cual es. Pero, al mismo tiempo, pareciera que la bossa nova y el samba ya no tienen el mismo peso entre las clases populares brasileñas como en décadas pasadas. ¿Ese rol lo ocupa en la actualidad el baile funk?
–Países como la Argentina y el Brasil están predestinados a ser interpretados de una forma simplificadora: las personas en Estados Unidos, Australia o Inglaterra no saben lo más mínimo sobre la cotidianidad argentina para entender la relevancia de Spinetta. Nosotros, por el contrario, conocemos lo suficiente acerca de la cultura popular de Estados Unidos para comprender el encanto de los errores de Bob Dylan cuando toca la guitarra y la armónica. En cuanto al baile funk, que me encanta –por su parentesco histórico con la bossa nova–, es el género favorito de los millones de habitantes que viven en la favela y en la periferia de los centros urbanos, aunque se encuentra mano a mano con las diversas modalidades del samba, entre las que destaca el pagode. La bossa nova ve su modelo de lucha reproducido en el baile funk –que pasó de influenciado a influyente en ese pop mundial que se aproxima a la electrónica de matiz popular, como el de M.I.A. y Diplo–, y oye en el pago de los ecos de sus experimentos armónicos y melódicos, además de la exigencia de la ejecución.
–¿El hip hop participa también en este proceso de redención proletaria?
–Con el hip hop hay un acompañamiento intenso de parte de los favelados de todo Brasil, y de la extrema juventud de las clases medias y altas, con énfasis en su contenido político y racial. Ya lo subrayó Chico Buarque: el rap es la forma más genuina de la canción de protesta de los tiempos actuales, porque son los propios oprimidos los que componen y versan acerca de su realidad. Las primeras letras críticas locales fueron escritas por Vinicius de Moraes, y cantadas por Nara Leao: él, el principal letrista de la bossa nova, y ella, su musa e intérprete inicial. Todo lo que tenemos hoy son cosas que nuestro país tuvo que pasar por la bossa nova para ser capaces de producir.
–De sus tres últimos álbumes, el que lo trae de vuelta a la capital porteña es posiblemente el más melancólico. Además de que, aunque parezca sin esa intención, es un trabajo que flirtea con la política, al punto de que homenajeó al guerrillero urbano brasileño Carlos Marighella en el tema “Um comunista”. ¿Por qué lo hizo?
–Sin lugar a dudas, Abraçaço es el más melancólico. Pero creo que, de los tres, era más político Zii e Zie, a través de temas como “Perdeu” y “A Base de Guantánamo”, ya que Cê era casi exclusivamente individualista. Aunque, además de “Um comunista” (que es casi una parodia de las canciones de protesta de la década del ’60), en mi último disco está “O imperio da lei”, una canción sobre los asesinatos impunes de campesinos y misioneros en el norte de la Amazonia.
–Tras todos estos años de trayectoria, ¿le duelen las críticas?
–Casi nunca. Pero siempre fue así. Detesto las mentiras y falsedades, y cada vez que las detecto reacciono abiertamente. Pero leí un sinfín de insultos en la Internet y en las revistas a los que no les presté atención.
–Abraçaço es su disco número 49. ¿Ya pensó cómo será el 50?
–No sé cuántos discos hice, y me resulta difícil contarlos debido a que grabé algunos con colegas y otros en solitario. Pero incluso si fuera fácil contarlos, no tendría el deseo de hacerlo.
–Usted mantiene intacta su necesidad de reinvención constante, pero tiene 71 años. Incluso, su médico le recomendó que hiciera esta entrevista por mail para cuidar la garganta. ¿Le afecta darse cuenta de que está envejeciendo?
–Desde hace mucho tiempo, envejecer me incomoda. Específicamente, desde el instante en el que necesité usar anteojos, pues tenía una vista excelente. Después se fueron sumando otros achaques. No obstante, ese consejo de evitar hablar largamente por el teléfono se debió a un problema vocal que padecí anteriormente. Aunque Simone de Beauvoir acertó al observar que, a partir de una cierta edad, ya no distinguimos entre la vejez y la enfermedad. Así que supongo que mi problema con la voz será pasajero, y que los reposos y ejercicios requeridos me devolverán la capacidad que tenía hace algunos meses. Si no sucede así, habrá sido entonces una molestia más del envejecimiento.
Jueves, 19 de septiembre de 2013
Aquel disco con Gilberto Gil
El álbum Tropicália: ou Panis et Circensis (1968) fue el amplificador sonoro del movimiento tropicalista, que redefinió la comprensión de la cultura popular brasileña a partir de la modernidad, e inmortalizó a toda una generación de músicos. Para celebrar los 25 años de aquel disco, en 1993 se juntaron Caetano Veloso y Gilberto Gil, protagonistas de esa producción histórica (en la que también intervinieron Os Mutantes, Tom Zé y Nara Leao) para festejar la efemérides con la grabación de Tropicália 2. “Gil y yo fuimos los fundadores de lo que se llegó a llamar tropicalismo”, recuerda Veloso. “Así que decidí invitarlo a hacer un álbum conmemorativo sólo nosotros dos. En realidad, quería hacer algo con él, un proyecto que uniera nuestras fuerzas creativas. Se trataba de aunar el poder expresivo de ambos líderes para, celebrando el aniversario de Tropicália, experimentar cuál sería el resultado. El tropicalismo no sonaba así tres décadas más tarde, pues sonó como podía hacerlo en su tiempo. Lo que quería ver era qué resultaba de esta conjunción tantos años después y ofrecer eso a manera de tributo. A mi parecer, valió la pena: Tropicália 2 es uno de los trabajos de los que estoy más orgulloso”.
Jueves, 19 de septiembre de 2013
Las protestas que sacudieron a Brasil
–Muchos de los músicos jóvenes que participaron en las protestas que en junio sacudieron a Brasil se decepcionaron porque usted y Chico Buarque, que son dos artistas con una visión política bien aguda de su país, no se hubieran pronunciado sobre lo que estaba sucediendo. ¿Qué opinión le merecen estos comentarios?
–Desconozco las quejas de que no me haya pronunciado acerca de las protestas. Nadie las esperaba, y cuando me di cuenta de ellas, escribí una nota sobre el asunto en el diario O Globo, y luego en mi página web. En realidad, se trata de una serie de artículos, que todavía sigo haciendo debido a que las manifestaciones continúan. Una observación que hizo un periodista es que en estas nuevas algaradas no hay líderes, ni partidos, ni figuras de renombre. Además de ser una celebridad, estoy viejo para recibir gases lacrimógenos, spray de pimienta y balas de goma. Mi hijo Moreno y su esposa sí fueron. Se sofocaron un poco, pero estuvieron felices con muchos aspectos de la experiencia. A mí, que soy el típico muchacho de los años ’60, me simpatiza la idea de la que la gente salga a la calle para hacerse oír. Después, creo fascinante el modo de organización silenciosa que se da a través de Facebook y Twitter, porque permite que no haya guías visibles. Es el espíritu de los tiempos. Y las reivindicaciones hechas por los manifestantes eran casi todas lógicas. Los gobernantes quedaron espantados. En todos los niveles, los políticos tuvieron que buscar respuestas. Hasta hoy, nadie sabe qué consecuencias reales tendrán esos eventos. Los que apoyan al gobierno temen que eso desestabilice el proyecto del partido de permanecer al frente del país por varias décadas. Muchos creen que la confusión puede generar el deseo de otro golpe de la derecha. Claro que se puede leer en los blogs de algunos periodistas afines a ese ideal conjeturas de que los militares volverán al poder. Pero la mayoría de la población no parece pensar así. Si esto resulta en una alternancia, no me disgustará. Si se impusiera el autoritarismo, lo detestaré. Si se produce un cambio en las relaciones de fuerza de la política oficial, puede ser bueno. Aunque el hecho es que el movimiento todo expone una crisis de representatividad. De mi parte, respeto la democracia representativa, y no siento mucha firmeza en las formas delirantes de democracia directa descriptas por Hardt y Negri. Sin embargo, pienso que esas ganas de experimentación institucional deben ser incontrolables y, al mismo tiempo, saludables.
 

 
Viernes 20 de septiembre de 2013

Caetano Veloso
La música y el cambio

Espectáculos

Por Fernando López  | LA NACION

A diferencia de otros favoritos de los argentinos que nos visitan con frecuencia, Caetano Veloso nunca llega sin novedades: es poco amigo de las rutinas y de la cómoda repetición de hits.
El ánimo innovador está en su esencia y la voluntad de renovarse, y ensayar nuevos caminos parece no disminuir con el paso del tiempo.

Hace más de un año, cuando todavía no había registrado este Abraçaço con el que llega ahora a Buenos Aires y señala el fin de su colaboración con la Banda Cê, había dado una muestra más de ese espíritu con la composición prácticamente integral del admirable Recanto, el último CD de Gal Costa, repleto de experimentaciones vanguardistas.

Con este gran abrazo (abraçaço es el saludo que él usa a veces como fórmula de despedida en los mails), pone fin a un ciclo que desarrolló con el estupendo trío y que se inició en 2006 con los briosos y expansivos transrocks de Cê, se prolongó en las joviales ocurrencias de Zii e Zie (él las llama transambas para definir la sonoridad que le dio la banda, y en ligera alusión al paradigmático álbum Transa, aquel de "It's A Long Way" y "Triste Bahía", que ya cumplió cuarenta años), y se completó en este último álbum, en el que, dentro de un recorrido que abarca varios tonos y sentimientos, de la protesta al funk carioca y de la conmovedora confesión del vacío y la tristeza al contagioso ritmo de "A bossa nova é foda", que remite a "Odeio", se cuela un delicado sentimiento de melancolía.

Pero seguramente no serán sólo los temas de Abraçaço los que se escucharán en el programa que hoy y mañana presentará en el Gran Rex al lado de la que ahora es conocida como Bandacê: Pedro Sá, en guitarra, bajo, voces; Ricardo Dias Gomes, bajo, teclado, voces, y Marcelo Callado, batería y percusión. Entre el samba, el rock y la experimentación, ellos rodearon al bahiano de una sonoridad que algunos prefieren identificar con el indie rock, aunque ya se sabe que el espíritu tropicalista de Caetano es reacio a los encasillamientos. Y en su show tanto pueden aparecer nuevas relecturas de títulos populares como el rescate de alguna de las muchas perlas de su cosecha que hace tiempo no figuran en sus programas. Y -¿por qué no?- alguna sorpresa de reciente data.

El abrazo celebra el encuentro y también sella el adiós, al mismo tiempo que invita a sospechar qué nuevos rumbos tomará ahora. Porque está más que probado que Caetano sigue teniendo muchas cosas para decir y que siempre se las ingenia para encontrar otras maneras de expresarlas y otras músicas sobre las cuales volcarlas. O para aplicar una nueva mirada -la de hoy- a los temas de siempre. La mirada de un hombre que está al día y que a los 71 lleva -como decía él del su menino do Rio- "el corazón de eterno flirt".

Caetano Veloso
Presenta Abraçaço
Hoy y mañana, a las 21
Teatro Gran Rex, Corrientes 857

 

Domingo 22 de septiembre de 2013
LA NACIÓN - Música

Caetano: canción con todos
Espectáculos

Por Fernando López | LA NACION


Veloso, entre los nuevos y los viejos éxitos. Foto: Leo Carreño / DPA

Abraçaço / Concierto: Caetano Veloso con la Bandacê / Músicos: Pedro Sá (guitarra, bajo, voces), Ricardo Dias Gomes (bajo, teclado, voces) y Marcelo Callado (batería y percusión) / Sala: Gran Rex / Funciones: el viernes y anoche.
Nuestra opinión: muy bueno
La versatilidad de Caetano no es novedad: la expresan tanto su mutante discografía como cada uno de sus shows en vivo, los impredecibles itinerarios y las atrevidas mezclas que aborda en cada uno de sus proyectos como su probada voluntad de enfilar hacia otros rumbos cada vez que percibe que está cediendo a la comodidad de los caminos conocidos.
Tales movimientos, que por un lado han contribuido a su prolongada vigencia artística, a la rica variedad de su obra y a la renovación permanente de un público que hace rato no reconoce fronteras, también acusa algún paso en falso y revela contradicciones. Quizá por eso, porque no les teme a los riesgos y se expone, como artista vivo que es, a experimentar la novedad sin peligro de desdibujar una personalidad que está largamente definida y aceptada, es que se lo respeta -y sobre todo- se lo quiere tanto y se lo recibe tan calurosamente como lo hizo el colmado y ruidoso Rex de anteayer, de pie, entre aplausos y aclamaciones, desbordando alegría.
Intocable
El hombre es intocable en el corazón de sus devotos fans, que le celebrarán sus coqueteos con el lenguaje escénico del rock aunque sepan que él no es un rockero, que no repararán en que muchos casos la poderosa y cruda sonoridad del power trío Bandacê (aun siendo uno de los puntos altos del espectáculo) no es la que mejor se lleva con las delicadezas melódicas del bahiano ni que su decisión de incluir en el programa diez de los once temas del último disco era demasiado arriesgada y podía revelar ciertas monotonías y algún altibajo que en la escucha personal pasan inadvertidos.
Pero también es cierto que Caetano hace lo necesario para eludir esos contratiempos. Empieza sobre el clamor de los aplausos y el ritmo arrollador y reclamante de "A bossa nova é foda" (cercano pariente del de otro éxito, "Odeio"), atrapa y conquista de entrada. Es el primero (y uno de los más contagiosos de Abraçaço, cuya interpretación en vivo si bien respeta la forma original de los registros en estudio, gana en vigor e intensidad. La mayor diferencia quizás estriba en que si el disco transmitía un espíritu melancólico, en el show lo que predomina es la jovialidad.
"Um abraçaço", que viene poco después y es otro de los títulos destacables del álbum, permite que los cuatro artistas reunidos en el centro de la escena emulen la ingeniosa cubierta, con un Caetano en primer plano contenido por ocho manos.
Para superar la monótona parsimonia de "Um comunista", un homenaje de nueve minutos al guerrillero Carlos Marighella, Caetano recurre después a uno de sus discos legendarios, Transa, y magníficamente secundado por el trío recrea "Triste Bahía", una joya de 1972 que por sí misma alcanza para explicar el espíritu tropicalista. En el mismo clima, se engarza la que quizás sea la mejor canción de esta última cosecha: "Estou triste". Se sale de esa sutil melancolía con el vibrante mensaje de "Odeio", con el samba plegaria "Escapulario" y con el "Funk melódico" donde contradice a Vinicius al cantar que "los celos son el estiércol del amor".
A partir de allí, se amontonarán los títulos más brillantes, y no por casualidad los más festejados; algunos conocidos en otras voces como "Mãe", que grabó Gal Costa en 1978; como "Reconvexo", que compuso para un disco de Bethânia de 1989, o como "De noite na cama", que popularizó Marisa Monte a comienzos de los 90.
Los otros, tan clásicos como "Eclipse oculto", la inesperada "Você não entende nada", desde hace mucho ausente de su repertorio y ahora elegida para cerrar un show, que por supuesto no terminó ahí. En los bises, se mezclaron "A luz de Tieta", "Um índio" y "Desde que o samba é samba" y tras una larga espera y los aplausos que no cedían, lo que cabía esperar: "Sampa", "O leãozinho".
Así, volvió a tender un puente entre sus fans, que ahora abarca varias generaciones. Y todos salieron contentos.
 
 
 

 
Domingo, 22 de septiembre de 2013
PÁGINA 12 - MUSICA
CAETANO VELOSO Y UN SHOW DE ALTA CONTUNDENCIA EN UN GRAN REX REPLETO
 
Todo lo que cabe en ese cuerpo bahiano
El concierto de presentación de Abraçaço se correspondió con lo que propone el disco que cierra la trilogía iniciada por Cê y Zii e zie: intensidad y contundencia eléctrica, que encontró un balance en los bises con el “viejo” Caetano.


Foto:  Jorge Larrosa
Veloso abrió la noche con “A bossa nova é foda”, toda una declaración de principios.

 
Por Karina Micheletto

“A bossa nova é foda”, sentencia Caetano Veloso en la canción que elige para abrir el concierto con el que presenta su último disco, Abraçaço. La traducción más aproximada sería algo así como “La bossa nova es difícil”. Jodida, sería más aproximado todavía. Y aunque Caetano lo usa para decir que los músicos de su generación no son “fáciles”, colocada al inicio puede ser un anuncio de lo que vendrá. Y lo que vino, el viernes pasado y ante un Gran Rex colmado de admiradores y admiradoras que hicieron sonar su entusiasmo, fueron más de dos horas de un sonido bien cercano al rock. Transrock, se define esta banda apodada BandaCê, la formación básica de guitarra, bajo y batería, cuyo sonido no ahorró guitarras deformes y en altísimo volumen de Pedro Sá, también productor del disco junto a Moreno Veloso.

Con este formato y con este sonido Caetano está cerrando una trilogía que comenzó con Cê, en 2006, que siguió con Zii e zie en 2009, y que tiene un broche final ante un público que sabe demostrar al bahiano su fervor. Tanto, que después de un bis tras otro muchos obtienen lo que habían ido a buscar, algo así como un bonus track por fuera de este Caetano y de estos discos: aquellos clásicos que, finalmente, devuelven aquel sonido de Caetano. Y entonces sí, las manos se alzan en éxtasis colectivo, algún que otro pulóver se revolea y esa parejita se abraza y se besa porque, sí, estas canciones les recuerdan lo mucho que se quieren.

Pero antes, en el concierto propiamente dicho, el sonido contundente de la banda fue marcando climas entre riffs que se van pudriendo y canciones que hacen de la nostalgia un manto a compartir –toda una marca de este Abraçaço, la nostalgia–. Se alternaron también temas de este último disco con otros de la trilogía, y con otros más viejos como “Lindeza” (de aquel Circuladô), convenientemente pasados por este nuevo sonido. De este trabajo que tiene nombre de abrazo gigantesco Caetano propuso, entre otros, el intenso “Um comunista”, dedicado al guerrillero Carlos Marighela, protagonista de la resistencia después del golpe militar de 1964: “Los comunistas guardaban un sueño”, canta Caetano. “¿Quién está de cumpleaños aquí?”, pregunta en dulce español. Y explica que va a cantar una canción cuya letra salió del mail de un amigo, en el día de su cumpleaños: “Todo mega bueno, tira bueno, giga bueno. Una alegría excelsa para ti, en el paraíso astral que empieza. Je je”, traduce. El mail, textual, deviene en la canción “Parabéns”. Así que era un simple mail, y no la crítica irónica al “tudo bom” brasileño, o cuestiones filosóficas por el estilo.

A los 71 años, Caetano canta y encanta. Su voz sorprende en la tristísima “Estou triste”, del último disco, o en la vieja “Alguém cantando” (del disco Bicho), o en “Mae”, también de los ’70. Cita al admirado Oswald de Andrade: “El Pan de Azúcar de cada día, danos señor la poesía de cada día”. A lo largo del show mueve las caderas, ensaya pasitos de samba, recorre el escenario saludando, tirando besos, se abrocha y desabrocha la camisa, juega con las manos junto a los músicos de su banda aludiendo el arte del disco, se tira al suelo, invita a las palmas. Todo sin perder la compostura y la misma elegancia que transmiten sus canciones, como un caballero de fina estampa.

La escenografía elegida jugó con figuras geométricas, una tela cuadriculada en el fondo y cuatro lienzos con formas geométricas apoyados en sendos caballetes de madera. Una referencia que algunos relacionan con lo que el bahiano ya anunció que vendrá: un trabajo electrónico, sonidos tratados como colores en una pintura. El final, antes de los bises, llega con la conocida “Você nao entende nada”. Siguen “A luz de Tieta”, que corean todos, o “Um índio”. Y cuando todo ya parece estar dispuesto para el taza taza, cada cual a su casa –hasta el sonido, que ya ha sido cortado–, la insistencia del público hace regresar a Caetano y a la BandaCê. Y llega lo que no estaba planeado para este concierto: “Desde que o samba e samba” y “O leaozinho”. Y las manos se alzan y los pulóveres se revolean y la pareja se besa porque, queda claro, la música de Caetano forma parte de una banda de sonido con la que cada cual puede recordar momentos de su vida. Una vida que sigue en movimiento, y que el compositor sigue proponiendo como un salto hacia adelante, aun con la melancolía de por medio.

CAETANO VELOSO PRESENTACION DE ABRAÇAÇO
Músicos: Pedro Sá en guitarra, Marcelo Callado en batería, Ricardo Dias Gomes en bajo y teclados.
Público: 3300 personas.
Duración: 150 minutos.
Teatro Gran Rex, Viernes 20 de septiembre. Repitió anoche.
 
 
 
 
 
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 Viernes 20 de septiembre de 2013 - Teatro Gran Rex
 
Caetano ya estaba con otra ropa listo para dejar el teatro, después de casi 20 minutos de aplausos, volvió para un tercer Bis.
 


 
 
 


 
 
 
 
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Sábado 21 de septiembre de 2013 - Teatro Gran Rex
 
 




Pedro Sá

Pedro Sá



Marcelo Callado en la batería

 
Ricardo Dias Gomes
 
 
 
 

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